Semáforo en amarillo en pacificación
Todo indica que el presidente Santos, como Jefe de Estado, es consciente de que tiene el deber de, si no lograr, al menos buscar la paz en el país. Y esto no es una gran novedad. ¿Acaso no es esa una de las razones de ser de cualquier Estado? si así no fuera “apague y vámonos”. De manera pues que hay que partir de una premisa que a veces se olvida: alcanzar la paz no es un “triunfo” de las guerrillas, tampoco un “premio”, es sencillamente un deber del Estado.
Y en esa dirección, de la gestión del Gobierno son destacables los logros que siguen. Impulsó hasta la aprobación “con bombos y platillos” de la Ley de víctimas y restitución de tierras y al mismo tiempo el reconocimiento oficial de que en Colombia está vigente un conflicto armado interno después de ocho años de terca negación. Distensión de las relaciones con los gobiernos de tendencia socialista de países vecinos. Restablecimiento de la interacción respetuosa entre los poderes del Estado y organismos de control que además le ha facilitado impulsar la lucha contra la corrupción dadas las gestiones tanto de la Procuraduría como de la Contraloría y Fiscalía. Las muertes en combate del Mono Jojoy no tanto la de A. Cano, si se tienen en cuenta los momentos políticos y circunstancias en que se presentaron. En fin, una buena dosis de logros pues, aunque algunos no lo perciban, han ido contribuyendo a la pacificación del país.
Y hablar de pacificación equivale a hablar de abonar el terreno o ambientar una posible negociación política para terminar el conflicto, siempre y cuando haya suficientes gestos de la contraparte los cuales entrarían a formar parte de la dinámica positiva de pacificación. Nótese que en este orden de ideas no se considera logro el trámite del “anticipado” marco jurídico para la paz.
Y es a estas alturas cuando aparece un semáforo emitiendo intermitentes luces en amarillo. Últimamente el Presidente ha ido mostrando unas inconsistencias que hacen dudar en si efectivamente está actuando con una estrategia que permita acercar la paz. Había venido incidiendo positivamente en disminuir la crispación del país político, pero si se tienen en mente las respuestas que le ha dado a Uribe, habría que decir que no es claro si la despolarización provenía más de los silencios relativos del último en los primeros meses de gobierno, o, de las actitudes de Santos.
Y luego del condenable atentado al exministro Fernando Londoño, se ha mostrado cuando menos confuso. No es sino repasar los mensajes destacados en los medios de comunicación de los discursos pronunciados durante la semana anterior en la Escuela Superior de Guerra, en la Universidad del Rosario y en la ceremonia de conmemoración de los 400 años de Neiva. El problema está en que esa actitud presidencial se ha irradiado al país, lo que equivale a decir que el o los autores intelectuales del atentado estarían logrando su propósito de sembrar eso, confusión.