CARLOS ALFONSO VELÁSQUEZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Julio de 2012

Repensar la fortaleza del Estado

 

En la crisis del Cauca salieron a flote rasgos de debilidad del Estado colombiano pese a que los últimos gobiernos han buscado fortalecerlo desde la perspectiva weberiana. Aquella que sostiene que un Estado fuerte es aquel que “reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima”. Veamos algunos hechos que lo corroboran.

A finales de 2009 murieron nueve militares y cuatro más resultaron heridos fruto del ataque a una base militar en Corinto y por esos mismos días siete policías perdieron la vida en una emboscada en el Alto Naya. Es de anotar que, en actitud retadora, el ataque en Corinto fue ejecutado al día siguiente de un Consejo de Seguridad presidido por el presidente Uribe en Popayán, producto del cual se reforzó como nunca antes la presencia militar con el traslado del cuartel general de la Tercera División del Ejército -que había funcionado en Cali desde hacía al menos 30 años- a Popayán, al tiempo en que se movieron hacia la región 2.500 miembros de diferentes unidades de combate. Y hace un año, a raíz de varios hostigamientos y de una “chiva-bomba” que dejó tres civiles muertos, 99 heridos y 600 casas afectadas en Toribío, se consideraron insuficientes las acciones del Comandante de la Tercera División y el Almirante Comandante General de las FF.MM. trasladó su Puesto de Mando a Popayán durante una semana.

Hoy el asunto ya va en que el Comandante de la Tercera División fue relevado al mismo tiempo en que se reactivó el Comando Conjunto de Occidente,  y quien tiene que despachar por unos días desde Popayán es el Ministro de Defensa amén de sendas presencias del Presidente. En fin, se agotaron los escalones para fortalecer al Estado en la perspectiva weberiana.

Y paradójicamente no fue ninguna decisión del alto mando la clave para que el problema de orden público no se desbocara con “pronóstico reservado”. Lo que hizo que el asunto perdiera su peligrosa dinámica fue la actitud de las tropas en el cerro las Torres de Toribío que al no haber disparado a pesar del flagrante irrespeto violento, se relegitimaron con dignidad.         

Ojalá que la última crisis en el Departamento del Cauca, que paradójicamente (¿calculadamente?) coincide, como el año pasado, con los días en que celebramos la Independencia, sea asumida en los distintos niveles gubernamentales, y en general estatales como una oportunidad para fortalecer al Estado colombiano.

Pero hay que hacerlo desde una perspectiva diferente que se deduzca de un estudio ágil pero serio. En este orden de ideas cabe llamar la atención en hechos de los últimos tiempos que van en contravía de la verdadera fortaleza del Estado.

No es fuerte un Estado cuyo Poder Legislativo está diciendo desde 1998 “o cambiamos o nos cambian” y, salvo leves mejorías, ni lo uno ni lo otro. No es fuerte un Estado cuyas mayorías creen que lo clave en un gobernante es su carisma. En fin, urge repensar la fortaleza del Estado.