CARLOS ALFONSO VELÁSQUEZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 2 de Septiembre de 2013

El trasfondo estratégico

 

Así  se reafirme que una de las reglas acordadas para negociar en La Habana es la de que allí se funcione independientemente de lo que acontezca en el país, hay que decir que eso es “pensar con el deseo”. Es más, es un indicador de falta de pensamiento estratégico. Por esto, la mayoría de las veces el Gobierno no ha actuado teniendo en mente que la negociación requiere un ambiente político-social acorde con el propósito de terminar el conflicto armado. Y claro está las Farc han aprovechado la equivocación: lo del Catatumbo fue una primera señal, el aprovechamiento del paro agrario la segunda. Y si no se reajusta la estrategia gubernamental vendrán más.

Paradójicamente fue precisamente Santos quien al asumir el Ministerio de Defensa habló del “salto estratégico” sosteniendo la necesidad de complementar la “Política de Seguridad Democrática” con la “Estrategia de Consolidación de la Seguridad Democrática”, priorizando así lo político. Se trataba de llevar los servicios del Estado, diferentes a la Fuerza Pública, a cincuenta municipios, entre ellos los siete del Catatumbo. Dicha estrategia se puso en marcha y pronto se empezaron a mostrar públicamente logros en las áreas de La Macarena y Montes de María.

Más adelante Santos asume la Presidencia de la República y sigue privilegiando lo político con el apoyo y la presentación de la “Ley de víctimas y restitución de tierras” y con el reconocimiento de la existencia del conflicto armado.

Sin embargo, paulatinamente empieza a perder la iniciativa política. Al tiempo en que se surtía el trámite final de la ley de víctimas, el ministro Rivera presentaba la “Política Integral de Seguridad y Defensa para la Prosperidad”. En ésta no hubo siquiera una mención a la restitución de tierras. ¿Cómo entender que pese a que se hablaba de “una nueva visión de las amenazas y sus características” no se hubiesen contemplado como potenciales amenazas los ilegales inconformes con dicha ley? Sencillamente por el error de considerar que las líneas de acción políticas pueden avanzar por carriles paralelos y no convergentes con las militares manteniéndose éstas supeditadas a aquellas.

Y sin embargo, se siguió “avanzando” en la misma dirección. Con el ministro Pinzón el error se mantiene pues en vez de acoplar la restitución de tierras con un Plan de Consolidación readecuado -que al menos hubiese podido detectar a tiempo la inconformidad social del campesinado- se lanza  el plan “Espada de Honor” cuya prioridad ha sido militar-ofensiva, ejecutándolo casi que en las mismas áreas donde se iban a llevar los servicios contemplados en el Plan de Consolidación.

Por su parte las Farc, desde la instalación de las negociaciones, priorizan no lo militar sino lo político concentrando sus ojos en el Catatumbo para azuzar la rebeldía civil. No porque los campesinos sean de las Farc sino porque la estrategia gubernamental les da la ventana de oportunidad para aprovechar la inconformidad social. Lo acontecido el jueves pasado en Bogotá en apoyo al paro agrario es otra señal de alerta.