Carlos Martínez Simahan | El Nuevo Siglo
Sábado, 21 de Febrero de 2015

Gaviria, el pragmático

 

La propuesta del expresidente Gaviria debe dar lugar a una reflexión profunda sobre las múltiples caras de un conflicto que se ha extendido por nuestra historia y ha estremecido todas las capas de la sociedad colombiana. ¿Cómo aclimatar una paz sostenible, qué toca hacer para liberar a Colombia de ese cáncer? Será necesario entender que todo proceso de paz es político y que la justicia no puede erigirse como escollo insalvable. Máxima justicia que permita la paz, dice el Gobierno.

Que la justicia transicional cobije a los civiles protagonistas del conflicto, puede contribuir a recuperar la perdida armonía social. Gaviria lo precisa así: “… han surgido inquietudes sobre la necesidad que la justicia transicional también cubra a los sectores no combatientes… que de alguna manera fueron financiadores, auxiliadores o pactaron compromisos con paramilitares o guerrilleros por beneficios electorales o por simple intimidación”.Cuando irrumpieron los grupos violentos en la política, desde mi torre solitaria, pude observar distintos comportamientos: unos se doblegaron o se escabulleron amedrantados. Otros cedieron ante las amenazas a su vida y a la de los suyos. Hubo, también, quienes pagaban para que “no les quitaran sus votos” y quienes pagaban para que se obligara a votar por ellos, pescando con carnadas de soborno y sangre. ¿Merecían todos el mismo trato?

Hay que decirlo: la saña con que sectores poderosos del poder judicial han perseguido y condenado a los integrantes de las fuerzas legítimas del Estado tiene que ser revisada. Los falsos testigos hicieron su agosto instigados y protegidos desde los estrados judiciales. Si declaraban en múltiples juicios, aun después de ser condenados por falso testimonio, como lo describe Juan Gossain (El Tiempo 17-Feb/15), era  por la complacencia de fiscales, jueces y magistrados. El periodista no tiene que hurgar mucho para encontrar el origen de esa práctica demoniaca. Fueron insistentes los señalamientos a un célebre investigador, con expedientes a la carta, que tomaba aguardiente con los testigos antes de la diligencia correspondiente.

Sin duda, uno ha sido el parámetro judicial para los parapolíticos, ganaderos y agricultores y otro para los farc-políticos. Se han dictado sentencias en las que se trata al Ejército de empresa criminal, desconociendo la etiología del paramilitarismo, fenómeno que surge de entre los auxiliadores de las  Farc, que decepcionados y perseguidos por esa agrupación, se organizaron para defenderse, como lo relata María Teresa Ronderos en Guerras recicladas. No se trata de exculpar a nadie o de tapar delitos con la justicia transicional ampliada. Todo lo contrario, se trata de encontrar el camino que le devuelva a la justicia la majestad extraviada y que las penas justas, la entrega de armas, la reconciliación y la reparación a las víctimas, le brinden a Colombia los horizontes de paz que todos anhelamos.

El expresidente Gaviria ha hecho una apuesta osada, valiente y pragmática. Tiene los pies en la tierra y ha dirigido con éxito sus batallas. Ha iniciado un debate de gran trascendencia, con razonamientos inteligentes y respetables La discusión debe mantenerse a tal altura.