En primer lugar, envío un cordial saludo a los participantes en el congreso de este año es una de las épocas más cruciales de la historia cafetera de Colombia cuando se reúne la máxima autoridad de la institucionalidad gremial.
Tienen ustedes por delante muchas cosas para definir a fin de mejorar la caficultura del futuro: pero quizás son mayores aun las que exigen de ustedes una férrea defensa en estos recios momentos en los que la institucionalidad está amenazada por infinidad de malquerientes. Comienzo por estas últimas.
Es indispensable que ustedes defiendan con voz audible y sonora que quienes participan en este congreso y quienes los eligieron para que los representaran en esta asamblea, o sea los comités departamentales y municipales, son los voceros legítimos de los cafeteros en Colombia. Los que han sido elegidos por el voto democrático de todos aquellos caficultores que cuentan con una cédula cafetera; y, en fin, por quienes concurren a las periódicas elecciones del gremio en las que se registran índices de participación democrática altísimos del 55% y 60% con relación al padrón electoral.
Nadie en Colombia: ni los parlamentarios, ni los diputados a las asambleas departamentales, ni el mismo presidente de la República, pueden alegar que hayan sido elegidos con índices de participación democrática tan altos como acontece en las elecciones cafeteras de donde ha salido el mandato que ustedes ostentan.
Esto les otorga a ustedes una legitimidad inmensa, pero también una gran responsabilidad: la de recordarle al país -y por supuesto al mismo gobierno nacional si es necesario- que ustedes son los voceros de la auténtica caficultura colombiana. Que a quienes ustedes representan en este congreso son las verdaderas “bases” que no pueden sustituirse por “bases espurias”, escogidas a dedo sin que hayan pasado por el crisol de la elección democrática.
También debe recordarse que ustedes son la contraparte del gobierno para acordar con él, y él con ustedes, la que se conoce como “concertación cafetera”, que no es otra cosa que la manera como hace casi ya un siglo se desenvuelven las relaciones gobierno y cafeteros. Donde no caben imposiciones ni tratos descomedidos. Y donde los mejores intereses del país cafetero siempre se encuentran en la practica de la “concertación” desde cuando en 1927 se fundó la Federación de cafeteros. Y no fuera de ella.
También deben estar dispuestos a defender con voz firme la “parafiscalidad cafetera” creada desde cuando se organizó el Fondo Nacional del café en 1940, y refrendada de manera rotunda en la Constitución del 91 así como en los contratos vigentes para su administración, que no pueden ser desconocidos ni por el gobierno de turno ni por los malquerientes del Fondo (FNC).
Los recursos parafiscales de los que se nutre este Fondo son públicos: pero no del gobierno. Se manejan de común acuerdo entre cafeteros y gobierno, observando los mecanismos y contratos de la institucionalidad gremial y dentro del clima de la concertación que les corresponde. Pero no puede pretender que se manejen desde la casa de Nariño.
Ni los que se originan en las contribuciones de los cafeteros ni los que tienen su origen en el esfuerzo de otros agricultore que tienen sus propias parafiscalidades en quince fondos parafiscales agropecuarios que existen. Se trata de recursos públicos, pero no son de disposición arbitraria por el gobierno nacional. Están afectos exclusivamente al bienestar y progreso de los gremios que los hacen posible con las contribuciones obligatorias de los afiliados al gremio.
La misma institucionalidad gremial hay que defenderla a capa y espada. Por supuesto, hay muchas cosas y áreas donde se puede mejorar. Pero nunca al costo de dejarse avasallar por el gobierno de turno.
El dirigente gremial cafetero siempre se ha interesado por los mejores intereses del país. Así lo hizo múltiples veces en el pasado. Pero conservando siempre una voz recia e independiente que no se deja amilanar por los maltratos gubernamentales. Esa voz recia e independiente es la que hizo grande y respetable al gremio en el pasado; y es la misma que debe seguir manteniendo la dirigencia actual.
Vienen tiempos difíciles. Las inmensas cosechas que se vislumbran en Brasil y Vietnam harán que los precios internacionales no vayan a ser tan holgados en el futuro inmediato como lo han sido hasta ahora; el fondo de sustentación que se creó hace algún tiempo no tiene el músculo financiero todavía como sería deseable para estar en condiciones realmente de estabilizar el precio interno por encima de los costos de producción como sería deseable; la garantía de compra que es acaso el activo más valioso que ofrece la institucionalidad cafetera a los agremiados hay que defenderla a toda costa; los esfuerzos para mejorar la productividad de la industria, el consumo interno que todavía deja mucho que desear, y el seguir avanzando cada vez más en los cafés especiales y con mayor valor agregado, son tareas en marcha pero que requieren el permanente cuidado de ustedes mano a mano con el gobierno y las directivas de Federación.
Pero todos estos empeños requieren de un ingrediente ineludible: que a ustedes los respeten y ustedes se hagan respetar como voceros legítimos de la caficultura colombiana.