A menores niveles de consciencia, mayores grados de entropía. Consecuentemente, a mayores niveles de consciencia, mayores de centropía.
La consciencia siempre está presente. Pero, por la tendencia hacia la entropía, el caos es más evidente en los primeros niveles de la escala de desarrollo. Es necesario seguir recalcando que todos los seres humanos somos iguales, aunque en pleno siglo XXI -por absurdo que parezca- continúen la exclusión y la discriminación. Entonces, a pesar de que estemos en diferentes estadios en el darnos cuenta de nosotros mismos, así como en el darnos cuenta de que nos damos cuenta, todos tenemos la posibilidad de avanzar en la espiral dinámica. Los estudiantes de una escuela, ¡todos!, son esencialmente iguales, tanto quienes están en kínder como quienes van en grados quinto u once. Cada uno comprende lo que su grado educativo le permite, al igual que cada persona comprende aquello para lo cual su nivel de consciencia le habilita.
Todo estadio de consciencia tiene éticas y estéticas correspondientes. En el nivel arcaico, de acuerdo con la escala de Clare Graves, la consciencia es instintiva y sobrevivir es la norma; por ello aquí se hace lo que sea para lograr superar el día. Ello se evidencia en los cinturones de miseria de nuestras ciudades, que carecen de las condiciones mínimas para tener una vida digna, tanto por responsabilidad de sus habitantes como por los intereses particulares de otros agentes que no tendrían cotos de caza para sus intereses personales si la miseria se superara. En el nivel mágico-mítico la consciencia tribal prepara para la próxima guerra, que llegará como manifestación del caos; es el campo fértil para el reclutamiento en grupos armados, al suministrar los peones del ajedrez que caerán primeramente en la batalla. En el nivel dioses de poder la consciencia es de fuerza, el fundamento de los capos de mafias, ejércitos irregulares y feudos contemporáneos, que sacan provecho de los sobrevivientes y las tribus.
En el nivel de orden místico la consciencia es normativa, castigadora, no valora el error sino lo condena, pues se basa en la idea de pecado. En el nivel lógico la consciencia es práctica, regida por las leyes del mercado, exclúyase quien caiga, pues el capitalismo salvaje usa a los pobres para lavarse las manos con acciones caritativas y descontar impuestos, así como utiliza a los capos para salvaguardar sus intereses; hay excepciones. En el nivel del yo sensible la consciencia es ecológica, un avance importante, pero que resulta insuficiente pues no integra aún a los niveles anteriores, con los cuales pelea civilizadamente, sigue luchando, lo cual conduce también a la entropía, como en los estadios precedentes. Pese a lo anterior, hay esperanza de centropía…