Clases sociales y reforma tributaria | El Nuevo Siglo
Lunes, 25 de Julio de 2022

He leído varios comentarios en relación con la reforma tributaria en los que se habla de clase alta y clase media. La relacionan con los ingresos económicos mensuales pues el ministro designado de Hacienda dijo que se gravaría a quienes tengan un ingreso de más de 10 millones. Los analistas basan su análisis en un ingreso familiar -generalmente de cuatro personas- pero el gravamen debe referirse a un ingreso individual pues no existe una declaración de renta familiar.

En mi opinión, una secretaria, un conductor de carro de familia, una enfermera, son clase media en Colombia. Tienen una vivienda decente, pueden educar a sus hijos, algunos tienen carro y salen a sus pueblos en vacaciones. Esa clase media y los estratos económicos inferiores no deben ser gravados con impuestos adicionales. Yo creo, sin embargo, que todo el mundo debería ser obligado a presentar declaración de renta porque ese documento se puede manejar por la DIAN por medios electrónicos sin problemas.

Mencioné en una columna anterior cómo en los Estados Unidos el salario mínimo promedio es de USD 11 por hora, es decir, USD 88 por día que, a la TRM de hoy en Colombia serían $352.000, es decir, un tercio de nuestro salario mínimo mensual, aproximadamente. De manera que criterios comparativos con países de mucho mayor desarrollo y un PIB más grande, no nos sirven.

Según el DANE en 2021, la pobreza monetaria fue 39,3% y la pobreza monetaria extrema fue 12,2%. Pero, por supuesto, no es lo mismo en Quibdó que en Bogotá. Desde el punto de vista sociológico son estrato 1 en ambas ciudades, aunque esta clasificación se refiere principalmente a los tipos de vivienda y al lugar donde están.  La clase media anda por los estratos 3 y 4, que les dan una vida cómoda, aunque no lujosa, sin capacidad de ahorro, pero pudiendo afrontar sin mayores afanes gastos extraordinarios.

La cifra de 10 millones por mes (equivalentes a USD 2.500, cifra inferior a la de USD 2.640 del salario mínimo mensual en Estados Unidos) parece razonable porque permite un buen lugar para vivir, tener automóvil, buena educación y vacaciones y, posiblemente, algo de ahorro, aun pagando impuestos.

Colombia es uno de los países más desiguales del mundo, como lo es América Latina en general, donde la brecha entre pobres y ricos es mayor (ver Informe del PNUD de 2021). Hay que cerrar esa brecha. No estoy seguro que los subsidios sean el mejor camino. Pienso que hay que dar crédito barato a los campesinos, suministrarles una vivienda digna, servicios públicos, educación e internet y vías terciarias. Hay que formalizar el empleo en las ciudades, incluso dándoles a los informales y desempleados parcelas agrícolas para regresarlos al campo. Esa sí sería una reforma agraria. Hay que ayudar a las empresas a crear más empleo, ojalá exportando para saldar el déficit cambiario.

A la señora ministra de la reforma agraria hay que decirle que en Colombia, según la OEA, hay 114 millones de hectáreas aprovechables (2.3 hectáreas por habitante según el DANE) de las que 34.3 millones forman parte de resguardos indígenas y comunidades afrodescendientes, aproximadamente 2.5 millones de personas, es decir 14 hectáreas por persona, que no pagan impuestos y no se aprovechan sino para sembrar coca. Y ahora piden 998 mil hectáreas más. Piense por donde hay que empezar.

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Coda uno: Poner a Iván Velásquez como ministro de Defensa es meter al enemigo en casa.

Coda dos: Los medios no han dicho ni pío sobre la persecución religiosa en Nicaragua.