Colombia, patria de juristas | El Nuevo Siglo
Sábado, 16 de Diciembre de 2017

“Apenas muerto Gide, se petrificó. Se volvió exactamente de piedra”, escribió Jean Raulhm. Se hizo piedra dura y perdurable. ¿Cuál es uno de sus balances? Sobrevive el escritor, pero murió el hombre, el ser humano. ¿Por qué? Por su vida solitaria, desolada y hostil al tema de la amistad. Se ufanó de no tener amigos y en verdad no sintió ternura por quienes lo rodeaban. Solo pensó en su “pedestal”.

La amistad es la tedencia a compartir las ideas, las inquietudes, los sentimientos, los proyectos, los triunfos y los contratiempos. Marco Tulio Cicerón sostenía que si alguien sube al cielo y claramente ve la maravilla de las estrellas y naturaleza del universo, no tendría mucho gusto en tan admirables cosas, las cuales no le darían un gozo infinito, si no tuviera otra persona a quien contarselas. Los éxitos cuando se comparten se multiplican y los reveses disminiyen si nos acompañan en el infortunio.

Nada viene de tan alto como la justicia. Las dignidades enaltecen, pero son compromisos y responsabilidades de dar más, trabajar mejor y generar buenos resultados. Las academias estimulan vivamente la solidaridad, la amistad, la cooperación. La Academia Colombiana de Jurisprudencia acaba de elegir su nueva junta directiva. Quedó integrada de la siguiente manera: Presidente: Fernando Sarmiento Cifuentes; Primer vicepresidente: Augusto Trujillo Muñoz; Segundo vicepresidente: Juan Rafael Bravo Arteaga; Secretario General: Jaime Cerón Coral; Tesorero: Gilberto Álvarez Ramírez; Directora de la Revista: Liliana Estupiñán Achury; y Bibliotecaria: Consuelo Acuña Traslaviña.

Cesáreo Rocha cumplió una intensa labor como presidente. Aumentó el trabajo en comisiones, continuaron las publicaciones, se realizaron foros, congresos, mesas redondas, debates. Fueron muchísimos los debates sobre cuestiones judiciales. No olvidemos que el año que termina -2017- fue uno de los más agitados por mil polémicas jurídicas y humanas.

Como litigante durante toda una vida, en unos de mis libros hago la siguiente reflexión sobre el ejercicio profesional. Contra nosotros existe el “prejuicio” de que somos sujetos parasitarios e improductivos. Y se agrega. A diferencia del escultor que triunfa fulgurantemente con la plasticidad de sus obras; del médico que devuelve con sus conocimentos la salud al moribundo, o del industrial que además de crear frentes de trabajo abastece mercados con sus productos y del comerciante que ofrece miles de productos a la cuidadanía, los abogados litigantes en cambio permanecen ociosos en sus oficinas o bufetes, vegetando a la espera de los conflictos ya producidos o en via de producirse entre personas dedicadas por entero al trabajo creador. El cargo no resiste análisis. “De nada sirve la economía más pujante, anota Angel Osorio, ni las ciencias más avanzadas, ni las artes más depuradas, ni la más hermosa cultura, ni las más dilatas conquistas territoriales, si el hombre no goza de la libertad de su conciencia, si no esta protegido en su vida física, económica y moral. El patrimonio principal del hombre es su “dignidad”. Existencia sin leyes que garanticen la plenitud de la convivencia, no vale la pena de vivirla”. Es la abogacia el instrumento creado por la humanidad para hacer efectiva la justicia.