En un escenario desafiante de América Latina, en el que enfrentamos los estragos del populismo, polarización y mentiras como estrategia política, sumado a interacciones indeseadas e incestuosas con el narcotráfico (pax narca), experimentos para algunas naciones que están saliendo muy mal, surgen la preguntas ¿Cómo salir adelante? ¿Cómo no perder la esperanza?
Lograr esto supone en primer lugar un modelo de desarrollo más empático y con conciencia social y en especial atendiendo lo que le duele a la mayoría de los ciudadanos. Una mayor y mejor atención en salud, educación y vivienda. Poner en el centro de atención la integridad en las actuaciones públicas y crecer con mucha ambición por encima del 5% para que les mejore la vida a las familias y nos pongamos a tono con la cuarta revolución industrial.
En segundo lugar, una construcción de paz y seguridad basada en enfrentar con contundencia el narcotráfico, abordando el problema de la demanda en perspectiva mundial, y la oferta con mayor control a los ingresos y atacando los cultivos con todos los medios posibles para hacerlo. Mientras tanto, en el escenario de ciudades transitar de la inseguridad a la convivencia social.
En tercer lugar, generar más empleo, lo cual se puede basar en la idea del premio Nobel, Jean Tirole, de proteger al trabajador y no al empleo, hacer de la formalización laboral, empresarial y financiara (exceso en el uso del efectivo en las transacciones), un propósito de estado, y por la vía de políticas de crecimiento y fiscales más progresivas, enfrentar la inequidad.
En cuarto lugar, avanzar en una revolución cultural que promueva el valor del mérito y la injusticia de la “tiranía de la mediocridad”. Una sociedad que reivindique el valor del rigor y lo técnico, de los valores universales, de la capacidad para ejecutar y no para la charlatanería política, de hacer empresa, y que comprenda la importancia de la sostenibilidad comprehensiva (ambiental, social, empresarial) inteligente y responsable.
Lo anterior supone mucha más construcción de consensos, aún con quienes piensan distinto, y superar esa lógica de tratar de solucionar los problemas “de parche en parche”, sin abordarlos de forma estructural, como sucede en Colombia con las reformas pensional, de salud y tributaria.
Finalmente, los principios de actuación deben ser la defensa de la democracia y de sus instituciones (no en contra vía de ellas), la promoción de las libertades (para educarse, hacer empresa, expresarse, de conciencia, de asociación, para decidir como ciudadanos, en lugar de las imposiciones de la estatización)
Tenemos todo para lograrlo, biodiversidad, cultura y talento sobresaliente. Lo que no se vale para recuperar la esperanza es seguir en medio de una “necrofilia política”, ese gusto por las ideas viejas y fracasadas del pasado, que tanto daño hicieron en nuestra sociedad.
Un propósito superior de este camino de empleo, educación y emprendimiento, es que se le inyecte esas dosis de esperanza con una narrativa que apasione y conquiste el sentimiento, y que construya desde el amor y no desde el odio, el catastrofismo y el resentimiento. Más pragmatismo y menos ideologización y dogmatismo.
¿Seremos capaces como sociedad de construir entre la mayoría un mejor camino?
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*Rector Universidad EIA