… cómo se aleja!” Este poema/pasillo de Federico Rivas Frade nos introduce muy bien a los problemas de AMLO, el presidente de México, con uno de sus proyectos estrella, el Tren Maya que recorrería unos 1.500 kms. al sureste de México (frontera con Guatemala y Belice), entre los estados de Chiapas y Quintana Roo, una zona en la que hay 7.3 millones de personas en situación de pobreza, 30% de ellos en pobreza extrema, a los que, según AMLO hay que pagarles una deuda secular. Dice el gobierno que se abrirán oportunidades de desarrollo y comercio, en beneficio de la población rural, indígenas en particular. “Por el bien de todos, primero los pobres” dice AMLO. Así también suena Petro.
Sin embargo, los que el presidente mexicano llama “seudoambientalistas” se oponen al proyecto porque se deforestarían 2 mil 500 hectáreas (sic) de selvas húmedas y secas, se producirían impactos en áreas naturales protegidas y se crearían conflictos sociales por tenencia de tierras, pues el 53% del trazo se encuentra sobre terrenos comunales.
El gobierno habla de un asunto de “seguridad nacional” pero, como AMLO ratificó en 2020 el Acuerdo de Escazú, a base de tutelas le han parado el proyecto. Le están dando de su propia medicina.
Petro habló en su campaña de un tren elevado entre Buenaventura y Barranquilla, pasando por Villavicencio (sic). Este proyecto no está en marcha, pero si Petro tratara de adelantarlo y ratifica Escazú, yo personalmente se lo pararía con los mismos argumentos que se han usado contra el Tren Maya.
Pero no hablemos de la teoría sino de la práctica. En Bogotá y regiones aledañas se está adelantando el proyecto de Región Metropolitana que incluiría la capital y los municipios vecinos (Bojacá, Soacha, Mosquera, Funza, Madrid, Chía, Cajicá, Cota, La Calera, Tenjo, Tabio, Sibaté, Zipaquirá y Facatativá, entre otros) que tienen la misma vocación urbana, están interconectados por carretera y servicios públicos y algunos son simples barrios de la capital. La ley orgánica 2199 de 2022 desarrolla la Constitución (art. 325 modificado por el acto legislativo 2 de 2020) y reglamenta la Región Metropolitana de Bogotá. El concejo de la capital está por aprobar la participación de la ciudad.
Pero, he aquí que la MinAmbiente, con el argumento de que “quitaron a los ciudadanos el derecho de decidir por medio de una consulta popular", pidió a la alcaldesa retirar del Concejo el proyecto de acuerdo que se debate, mientras se avanza "en el análisis de la propuesta". Tanto la alcaldesa como el gobernador de Cundinamarca dijeron que este asunto compete a las entidades regionales y no al MinAmbiente. ¡Zapatero a tus zapatos! De hecho, la actual ministra cuando fue concejal, se opuso a la iniciativa y demandó el acto legislativo que modificó el artículo 325 original, pero la Corte lo negó por unanimidad.
Si esta indebida intromisión de la ministra en asuntos que no son de su competencia se presenta antes de que Acuerdo de Escazú sea ratificado (ya fue aprobado por el Congreso y su ratificación depende del presidente, quien durante su campaña hizo de ello una de sus banderas) ¿cómo será una vez se ratifique? Recordemos que según ese esperpento cualquier persona natural o jurídica, nacional o extranjera puede, con base en las herramientas que el mismo provee, detener cualquier proyecto que considere que afectaría el medio ambiente. Es una ONG francesa la que tiene frenado el Tren Maya.
La alcaldesa tiene proyectada la línea 2 del metro. Si ratifican Escazú, vaya pensando, como AMLO, en “cómo se aleja el tren, cómo se aleja”.