Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella.
Joan Báez
COMO un sancocho agrio define el estado actual del país el maestro Gustavo Álvarez Gardeazábal. Y es muy acertada su columna en este sentido. Nuestro país, nuestra querida Colombia, nuestra patria, sucumbe en medio de un gran torbellino de corrupción, desigualdad, ineptitud, ineficacia y como hacían los muchachos en clase, todos tiran la piedra y esconden la mano, aunque en este caso todos reciben plata ilegal y esconden la tula.
Tenemos la sensación de que todos nuestros dirigentes, en una u otra forma, por darse cuenta y por no darse cuenta, se escudan en que las cosas pasan a sus espaldas , pero están untados e inmersos en esta hecatombe putrefacta, porque por donde se puya sale pus.
Todos los colombianos estamos perplejos, atónitos y desencantados de nuestros líderes, porque desde sus manos vuelan como briznas, las instituciones públicas y privadas del país.
Fuera de declararnos indignados y condenar todos estos actos, tenemos que exigir al Fiscal y al Procurador que independientemente de sus vínculos profesionales con estas firmas, obren en derecho y justicia para demostrarle al país que aún podemos librarnos del flagelo de la corrupción.
Y ahora vamos hacia una nueva elección de Presidente y Congreso y no podremos ser tan torpes de votar por los mismos que han desangrado las finanzas del Estado porque, eso nos haría cómplices de esta descomposición nacional.
Considero que no es hora de lamentarnos y llorar por la leche robada, de eso se encargara la esquelética justicia. Deberíamos más bien emprender una gran cruzada nacional por la restauración, el reordenamiento y la honestidad nacional.
El futuro del país depende de una gran política y no de unas elecciones, de nuestra actitud y coherencia, en las próximas jornadas democráticas. Los partidos políticos y las nuevas fuerzas deben asumir su responsabilidad y si fallan aplicarles con todo rigor la castración electoral. Debemos elegir candidatos sin manchas de corrupción y con capacidad para detectar ingresos de platas no sanctas a sus espaldas.
Y vamos a revisar, coma por coma y punto por punto, la anunciada reforma política, no vaya a ser un tapa huecos para disfrazar el caos. Sería mejor llevar todos esos temas como la reforma a la justicia y la electoral a una Asamblea Nacional Constituyente, porque ahí sí estará representado todo el país y la elegiríamos con agrado y gran participación electoral.