El día en que Pinocho nació, nunca se imaginó los atropellos a los que debería someterse, ni la forma tan descarada como iba a ser plagiado por una humanidad cada vez más transgresora y usurpadora de las improntas del hijo de Gepetto. Su primera agresión la sufrió cuando el espantapájaros bandido, lo mandó malherido al hospital de los juguetes.
Allí, el ser humano le robó los secretos de su creciente nariz.
Por primera vez, en el mundo de las fábulas, la verdad fue golpeada y contaminada brutalmente, para esparcirla por toda la tierra, para confundir a las diferentes generaciones de entonces y a sus descendencias.
Cada día, la verdad fue disfrazándose con ropajes de mentira, calumnia, falsedad, injuria, difamación, embuste, falacia y tantos epítetos y apodos que le cuelgan.
Pero la verdad de estos tiempos es tan asombrosa que sirve para todo, porque la han penetrado, y mimetizado a tal punto que ya nunca hay que demostrarla. Simplemente la disfrazan de engaño para martillar sin piedad el pensamiento y el cerebro de las gentes, especialmente de las más débiles, ingenuas e incultas.
La manipulación de la verdad ha convertido a su invasora, la mentira, en aliada para transfigurar una declaración o un juicio de algo que se sabe, se cree o sospecha ser falso en todo o en parte, en una realidad, esperando que la gente crea en ello. ¡Se trague el cuento! Esa es la forma de ocultar la realidad, en forma total o parcial.
Para mentir no se necesita emitir palabra alguna. Así engañan quienes aparentan abominar o repudiar favores o prebendas, cuando quieren alcanzarlas.
Aunque la ética rechaza la mentira, la verdad no alcanza a ganarle la parada, porque aquella es más fuerte y se utiliza en la política, la justicia, la diplomacia, el periodismo y en general en todas las actividades de la sociedad.
Las expresiones faciales, el tono de voz, el temblor de las manos, el sonrojo, ya no existen. Han desaparecido para los depredadores y maléficos de la verdad.
Hoy es usual, que caudillos, dirigentes y líderes acudan diariamente a centenares de anuncios sin respaldo, para engañar, corromper y convertir sus mentiras en realidades, en verdades. Ejemplos recientes nos recuerdan el NO y recientes elecciones.
El New York Times, ha contado más de 12 mil mentiras al presidente Trump. Aquí en Colombia nadie se ocupa de esas estadísticas, porque si alguien incursionara en ello, no tendría una calculadora mágica que pudiera contabilizarlas. Tenemos fiscales, presidentes de Congreso, popurrí de funcionarios públicos y privados, políticos, o simples amigos, vecinos y compañeros alérgicos a la verdad.
Esa es nuestra realidad y el ocaso de nuestro destino desde que plagiamos a Pinocho. Nuestra nariz no olfatea la verdad y lo más grave: no crece.
BLANCO: “Nos estamos aproximando a un futuro sin esperanza. Se requiere un compromiso con la verdad”, Álvaro Gómez, 1919-2019.
NEGRO: El embajador Ordóñez debe renunciar. Dijo en la OEA una mentira, que quiso convertir en verdad.