Entre la primera y la segunda vuelta presidencial, hubo un incremento de 1.800.000 votos. Petro aumentó 2.600.000, una cifra superior a la global. Es obvio que absorbió todos los votos de la izquierda en la primera vuelta, más el aumento global de la segunda.
Hernández subió 4.700.000 entre una y otra vuelta. Se esperaba que absorbiera los votos de Fico, los cristianos y los conservadores, pero no lo hizo. Hubiera alcanzado 12.200.000 y le hubiera ganado a Petro. Pero se dedicó a insultar a los seguidores de Fico, a los uribistas y a los conservadores y muchos de estos se quedaron en casita, como se verá enseguida.
En Bogotá la votación total subió 80.000 votos. Petro aumentó entre una vuelta y la otra 480.000. Si a Hernández le sumamos lo de Fico, cristianos y Salvación Nacional en la primera vuelta hubieran sido 1.600.000, pero solamente alcanzó 1.400.000.
En Antioquia, donde Fico y el uribismo tuvieron su fortín político, hubo 2.878.000 votos en la primera vuelta y prácticamente lo mismo en la segunda. Pero Petro aumentó su votación en 260.000 y Hernández no captó ni siquiera la totalidad de votos que Fico puso en la primera.
Petro dijo que la votación en Bogotá demostraba que no había sido tan mal alcalde como decían sus enemigos. Pero la razón está en que la campaña de Hernández falló. Se dijo que el haberle ganado a Fico en la primera vuelta demostraba una estrategia para quitarse el sombrero. Pero ahora Hernández está disfrutando de una tarde soleada en su finca y con sombrero, y esa no era la idea.
Como era de esperarse el atractivo de la mermelada empieza a sumar parlamentarios a los que tenía el Pacto Histórico. Los verdes, como era de esperar, salen de la social-democracia en la que quisieron acomodarse, pero ahora vuelven a sus lares mamertos. Los liberales corren como locos detrás de la mermelada para seguir, como siempre, anclados al gobierno de turno y disfrutar de los alamares del poder. Los Barreras, Benedettis y demás aves, que salieron del liberalismo hacia la “U” y al santismo, ya habían vislumbrado el futuro y habían brincado al Pacto Histórico y ahora se pelean por las posiciones, sean ellas en el Congreso o los ministerios. Los afrodescendientes dicen que, como pusieron tantos votos en favor de Petro, quieren “participación”, es decir, posiciones burocráticas o contraticos. El tamaño del Estado y la corrupción seguirán creciendo.
Todos, menos Petro, entendemos el riesgo que se corre si se frena el desarrollo de la exploración petrolera. Además de tener que importarlo, sin los réditos de Ecopetrol va a ser imposible pagar los susidios ofrecido por Petro y el presupuesto se verá afectado. Y no es una reforma tributaria de $50 billones lo que resuelve el problema. Si la mitad de esa suma correspondiera a los 400.000 más ricos serían $62.5 millones por cada uno. Llaman ricos a los que ganen más de $100 millones al año (al cambio de hoy, USD 25.000. En Estados Unidos el salario mínimo es de unos USD 11 por hora en promedio, es decir, unos USD 23 mil al año). Colombia difícilmente ha resistido reformas tributarias de $15 billones.
Finalmente, los asuntos de Hidroituango, que lleva un 88% de avance en obras y encenderá su primera turbina en noviembre y el metro de Bogotá, que tiene contratos firmados y está avanzado en el arranque, me estremecen. Petro quiere detenerlos. ¿Se tratará de una venganza con los paisas? ¿Se detendrá el metro para hacer uno subterráneo al doble o al triple del costo del elevado?