Las extensas declaraciones del expresidente Cesar Gaviria, para la revista Semana (E. 2063), fueron el plato central en estos intensos días de la política colombiana. El director del Partido Liberal relató como su preferido para la candidatura presidencial, Alejandro Gaviria, se decidió por las toldas de sus más enconados adversarios, Fajardo y Cristo. Cuenta que el exministro de Salud sufre de un acentuado “angelismo”: pretende cruzar con una flor en la mano al campo de batalla de la política.
La dura lucha por el poder exige meter los zapatos entre el barro, como lo aconsejaba Maritain, el filósofo francés, consejero de Juan XXII, Pontífice del “aggiornamento” de la Iglesia. Ciertamente, Alejandro Gaviria ha tenido un comportamiento contradictorio. Semanas atrás había señalado a sus nuevos compañeros de ruta de posar desde un inmerecido pedestal de superioridad moral. Sin embargo, ahora se le ve, en la televisión, alegre, seguro de lo que está haciendo e interviniendo en las reuniones. En la Asamblea de ANIF se le notaron hasta ganas de aceptar el ministerio de Hacienda que le ofreciera Petro. Muchos colombianos, por el contrario, preferimos que sea Alejandro quien incorpore a Petro a su gabinete ministerial.
Difícil predecir el futuro de la coalición Centro Esperanza. Su principal alfil, Sergio Fajardo, está enfrentando procesos legales que pueden interrumpir su muy respetable vida pública. Acaba de solicitar medidas cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Ojalá logre una respuesta positiva. Soy de los colombianos que siempre ha protestado por la intervención perversa de los jueces en la política. En las declaraciones referidas, Cesar Gaviria le hizo una pertinente y patriótica advertencia a la Magistratura, que comparto en su totalidad.
En fin, un tropiezo de Fajardo pondrá a jugar fuerte a Juan Manuel Galán y A. Gaviria. El Nuevo Liberalismo es un nombre que despierta viejas emociones y esperanzas. Debería superar el mundo de vetos y procedimientos en los que se encuentran inmersos sus dirigentes en los últimos días. Carlos Fernando Galán afirmó que el compromiso fundamental de la coalición Centro Esperanza es el de no aceptar votos ni respaldo de nadie distinto a las fuerzas políticas que la integran. Es como decir, señores Liberales, Conservadores, Cambio Radical, Cristianos, la U, etc. etc. ¡no voten por nosotros! ¡No aceptamos sus votos! Por más que se explique, no se alcanza a comprender las virtudes de tan original estrategia. ¡Ojalá no rechacen mi voto porque el Nuevo Liberalismo recobre la frescura de su andar!
Volviendo a las afirmaciones del expresidente Gaviria, quedó debiendo las grandes reformas que propone su partido. Dice que Alejandro Char y Federico Gutiérrez no las impulsarían, pero no las define. Tal vez las pondría en las manos de Enrique Peñalosa, “que ha hecho cosas”.
Ahora bien, que el gran Partido Liberal hoy no tenga candidato a la presidencia, cuando hay tantos que dicen tan poco, nos conduce a la sinrazón de la política. La mesa no estará completamente servida hasta que se conozca el candidato del viejo y siempre determinante partido de la bandera roja. Además, el silencio de German Vargas es otro factor que indica que faltan cartas por jugar.
Una de esas cartas seria propiciar el diálogo entre las dos más importantes coaliciones democráticas: Coalición de la Experiencia y Coalición Centro Esperanza. Que discutan a la luz del día sus programas, sus propuestas, el modelo de país que impulsaran. Centrar el debate entre las opciones de libertad y democracia en lugar de estar respondiendo a las peligrosas insensateces de la visión totalitaria de la sociedad.