María la Madre de Jesús, la Iglesia Católica, mi patria Colombia, Isabel Gómez de Ramírez son, para mí, a quienes con amor y gratitud entrañables doy el título de “madre”. Todo quien pretenda quitar honor a la maternidad que aprecio tanto desde niño, siento que se rebaja y envilece, como hacen los que, creyendo que lanzan “ideas de avanzada”, hablan de “estar atrapadas” por esos “atrasados” conceptos. Felizmente aprendimos de nuestros mayores ese gran aprecio que tenemos hacia cuanto estimamos “sagrado”.
Lastimosamente de ese pensamiento envilecedor es partícipe la escritora francesa Florence Thomas, quien, desde las páginas de El Tiempo, lanza dogmáticas ideas en pro de rebajar nuestro aprecio por una digna maternidad. Es cuanto ha hecho en su columna “La maternidad un tema en plena evolución” (08-07-20).
Cómo agradecemos, y seguimos cultivando en el alma, expresiones inspiradas en el amor a la madre Patria como las del patricio Don Miguel Antonio Caro, quien nos legó su inmortal soneto “Patria te adoro en mi silencio mudo”. No culmina, con sentida inspiración, diciendo: “¡Madre eres tú de la familia mía! ¡Patria de tus entrañas soy pedazo”! Con ese mismo énfasis, y por encima de absurdas opiniones que se tratan de difundir, la repetimos en relación a la Virgen María, a la Iglesia Católica y a nuestras dignas madres.
Qué pena que por querer engrandecernos a la mujer, con la peregrina tesis de sacarla de la “esclavitud” en que la tienen “atrapada” las respetables tesis que hemos cultivado, la están envileciendo al quitarle grandeza a su máximo título de “madre”. Qué pena que personas, como la frívola escritora mencionada, en cierta manera se duelan de haber tenido una madre y una abuela a quienes debe ser hija de limpio origen.
Querer quitar a la mujer limitaciones a su libertad y comodidad, y reclamándoles como “derechos”, le abren las puertas a que puedan asesinar a un indefenso hijo en sus entrañas. A eso lleva querer, ahora, rebajar el honor de la maternidad. Quieren difundir la idea de que por cumplir las bendecidas costumbres de amar y atender bien al hijo en sus entrañas, alimentarlo con ternura, consagrarle tiempo a una correcta formación, las tienen frenadas en sus “derechos” y anhelos. Una vez más, por quererlas engrandecer y liberarlas están rebajando y haciendo esclavas de “civilizaciones” que las llevarían a indignidades.
La columnista Thomas es continuadora de las ideas de François Sagan, impulsora de conductas que invitan “a sacudir el yugo y opresión a la mujer, ser cultural”, atadas a un orden biológico destinados a la reproducción, con desprecio a la maternidad, y, con invitación a “romper todos esos anticuados estereotipos y tradiciones”.
Necesitamos que valientes escritores (a) no se queden callados ante tan desafiantes invitaciones, y, que, sin respeto humano, reclamen todo aquello que mantenga en su honor y dignidad a las madres, y que se cierren las puertas al envilecimiento de la maternidad, colocándola: en “plena evolución”.
*Obispo Emérito de Garzón
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