Después de muchos titubeos, los Estados Unidos y sus aliados resolvieron descargar sobre Rusia una verdadera “bomba atómica financiera”.
Cuando se anunció la primera oleada de sanciones económicas hubo una cierta decepción. Contra lo que se había creído al principio Rusia no fue excluida del sistema Swift.
Pero este titubeo duró pocos días. Fueron tan graves las protestas internacionales contra la invasión de Ucrania y el malestar mundial tan generalizado, que los aliados tuvieron que reconsiderar rápidamente su actitud inicial. Desconectaron a los más importantes bancos rusos del sistema Swift e, inclusive, adoptaron inéditas medidas contra el Banco Central de Rusia.
Si bien no todos los bancos resultaron excluidos del protocolo Swift, los principales si lo fueron, aunque quedaron abiertas algunas válvulas para permitir la compra de hidrocarburos por los europeos.
Quizás la sanción más demoledora fue congelar los activos externos del Banco Central de Rusia (US$ 630.000 millones). Esta, que era la caja acumulada por Putin para los malos tiempos, quedó fuera de servicio. Medida sin precedentes que puede llevar a una verdadera implosión de la economía rusa. También resultaron fuertemente golpeados los llamados “oligarcas”.
La guerra de Ucrania ahora no solo es militar: también es financiera. Se está cumpliendo a cabalidad el viejo dicho según el cual “las finanzas son el nervio de todas las guerras”
La lluvia de medidas económicas que ha caído sobre Rusia, luego de los titubeos iniciales, son de tal magnitud que no sería descartable un colapso de la economía rusa en los meses venideros. El rubro y las acciones rusas han experimentado ya una fuerte caída en la bolsa de Moscú, y el funcionamiento todo de su economía parece que se puede resquebrajar más pronto de lo esperado.
La caída del rublo ya comenzó: su cotización con relación al dólar cayó 40% en los días posteriores al anuncio de las sanciones económicas. Nunca se había visto un derrumbe de esta magnitud de la moneda rusa.
El Swift (sociedad para las comunicaciones interbancarias y financieras mundiales) es un sistema utilizado por cerca de 11.000 entidades bancarias en más de 200 países, que mueve 40 millones de mensajes al día, y que sirve básicamente para confirmar y pagar con seguridad las transacciones bancarias que se hacen en el mundo. Es el mecanismo que le da hoy en día la mayor seguridad al comercio internacional; de ahí su amplia aceptación.
Aunque se suspendió la puesta en marcha del gasoducto (North Stream 2) que ya estaba listo, los países aliados de Estados Unidos (en especial Alemania) tuvieron a la postre que dar el paso decisivo- aunque con excepciones- de desafiliar a la mayoría de los bancos rusos del sistema Swift.
Varias reflexiones suscitan este titubeo sancionatorio inicial, y la decisión posterior de arrojar sobre el régimen de Putin una verdadera bomba atómica financiera.
La primera, que las sanciones probablemente no habrían tenido- sin la desafiliación del Swift y el golpe al banco central- la fuerza disuasiva necesaria para detener los empujes dictatoriales del amo del Kremlin.
Segundo, que Rusia intentará por todos los medios circunvalar las sanciones como ya lo ha hecho en el pasado. Si la alianza Pekín-Moscú se sigue fortaleciendo es muy probable que veamos no solo un fuerte eje político en el futuro, sino que China le servirá a Rusia como puente para sobrellevar buena parte de las duras sanciones comerciales y financieras que se le han impuesto.
Y, por último: el titubeo inicial muestra la debilidad energética de Europa, lo que le resta capacidad para actuar contundentemente. Las excepciones que quedaron consagradas para seguir comprándole a Rusia hidrocarburos a través del sistema SWIFT así lo demuestra.
La energía desempeña un papel insospechado en el ajedrez geopolítico que se juega en el mundo. Hay ganadores y perdedores. Por ejemplo, los productores de gas natural licuado de Estados Unidos (GNL) van a ser grandes beneficiados con la restricción de los suministros rusos a Europa pues sus ventas se dispararán. El precio del gas en los últimos días así lo demuestra.
Colombia, por fortuna, parece estar más del lado ganancioso en esta ocasión. Si bien es cierto se encarecerá la importación de algunos insumos agrícolas como los fertilizantes de los cuales Rusia es gran productora, el precio del barril de crudo Brent- que ha fluctuado alrededor de los US$ 100 y siempre que se mantenga por algunos meses en estos niveles- significará para nuestras débiles finanzas públicas un bono fiscal inesperado. Que a lo mejor dispense al nuevo gobierno de tenerse que estrenar con una severa reforma tributaria. Tal como se preveía hasta cuando Putin dio el inexcusable zarpazo a Ucrania.