A propósito de la situación excepcional que enfrenta el mundo por la pandemia, es relevante reflexionar, como se propuso hace poco, acerca de cómo equilibrar la protección de la salud y la garantía del derecho al voto durante los procesos electorales.
Ello resulta oportuno si se tienen en cuenta que Colombia está a poco más de un año de que, por Constitución y por ley, deba tener organizada la manera en que se llevarán a cabo los comicios para elegir congresistas y Presidente y vicepresidente de la República.
En este sentido, vale la pena considerar estudios y sugerencias que se han debatido en escenarios internacionales y multilaterales. Ejemplo de ello son las discusiones promovidas por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos que mediante el Centro de Asesoría y Promoción Electoral (Capel) ha publicado algunos fascículos ofreciendo una mirada pedagógica y llena de recomendaciones para asumir y tener en cuenta en la organización y celebración de las elecciones. En ellos se invita a los organismos electorales para que innoven en la respuesta a la inédita realidad por la que atraviesa particularmente la región latinoamericana, de tal manera que se pueda preservar el derecho a la salud y a la vida, sin que ello implique socavar los derechos políticos de los ciudadanos.
Por supuesto, para considerar incorporar tales sugerencias es necesario tener en cuenta el marco jurídico que regula el sistema electoral colombiano, que desde la Carta Política define la manera, tiempos y forma en que las elecciones deben hacerse.
No obstante, ello no impide a las autoridades pensar en tramitar algunas modificaciones que faciliten que el ejercicio del derecho al voto, y que ello se haga en condiciones de salubridad evitando así un mayor abstencionismo o un aumento de contagios.
No debe olvidarse que, por antonomasia, el ejercicio electoral, incluida la definición candidatos por partidos y movimientos, las campañas políticas necesarias para que la ciudadanía esté adecuadamente informada y pueda decidir por quién depositar su voto, hasta el día de las elecciones y el posterior proceso de escrutinio, es una de las operaciones que mayor afluencia de personas convoca en recintos y lugares dispuestos para dichas actividades y que por tanto obliga a una permanente interacción entre personas.
Cierto es que el proceso de vacunación ya inició en el país, pero no lo es menos que se está desarrollando lentamente. Así, es posible prever que para mayo de 2022 habrá un importante porcentaje de población que aún se encuentre en riesgo de contagio.
Algunas ideas que valdría la pena empezar a pensar de manera urgente se refieren, por ejemplo, a poner en funcionamiento el voto electrónico legalmente regulado desde 2011, o identificar herramientas virtuales para realizar la campañas electorales, en donde se privilegien las redes sociales, se ofrezca mayor utilización de los medios de comunicación en condiciones de equidad, cuidando que las denominadas fake news no permeen el proceso; o, en materia de jurados electorales, cuando deba hacerse la votación presencial, explorar la posibilidad de capacitaciones a través de tutoriales o cursos formativos virtuales.
En todo caso, los planteamientos que, idealmente provendrían de la organización electoral, deben considerar la opinión de las agremiaciones políticas así como de la ciudadanía, para garantizar una amplia acogidas y facilidad en su implementación.
Por @cdangond