DIEGO ARANGO* | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Octubre de 2012

La eutanasia es suicidio

 

La  eutanasia es una manera de morir por mano propia, viene  del latín eu, que significa yo y tanatos muerte, es la muerte por uno mismo. En Colombia no es lícita y en muchos países del mundo tampoco, en otros ya se ha legislado y ha aprobado con fines humanitarios.

La eutanasia habla de una muerte suave y sin dolor, que generalmente se aplica por medio de una inyección en la que la persona entra en un sueño profundo y muere. Para entender mejor esta práctica, debemos examinar primero el principio de la vida. Ninguna persona eligió venir al mundo, no decidió incorporarse en el embrión formado por el óvulo y el esperma, tampoco eligió nacer de sus padres, en algún país o época. Nació por voluntad de Dios y es Él quien da y quita la vida.

Ni en las leyes de Dios, ni en las de la naturaleza, ni en las de los códigos se acepta esta práctica, no hay ningún dolor que el cuerpo o espíritu no lo pueda soportar, ni desespero tal que la mente no lo pueda controlar, todo es cuestión de uno mismo, de aceptar la vida tal como es y cómo evoluciona. Para eso vinimos al mundo, para aprender y aceptar las circunstancias y oportunidades que la vida nos da. El Senado acaba de aprobar en primer debate la eutanasia en el que se pretende legalizar y despenalizar el suicidio asistido. Esto va en contra de la misma Constitución que garantiza el derecho a la vida en el artículo 11. Es anticonstitucional e inmoral aprobar ese proyecto, más aún en un país donde el respeto a la vida se encuentra degradado.

Diferente es el procedimiento pasivo en el que una persona ya se encuentra clínicamente muerta y su vida es sostenida sin concurso de los sentidos por medios artificiales, cuando Dios ya dispuso su llamado, casos como muerte cerebral o física en que el respirador es lo único que lo mantiene, mientras su alma ya está en el mas allá. La encíclica Evangelium vitae en el artículo 65 dice: “la renuncia a medios extraordinarios o desproporcionados no equivale al suicidio o a la eutanasia; expresa más bien la aceptación de la condición humana ante la muerte”. De manera que este proyecto está fuera de toda proporción lógica respecto a la vida, una cosa es ayudar a suicidar a una persona, que aun enferma pero consciente y vital y otra es liberarla a los caminos del llamado a la muerte como disposición final de Dios. Termino con las palabras de Juan Pablo II cuando le preguntaron ya viejo y enfermo, que por qué no abdicaba; y él dijo: si Cristo se hubiera bajado de la cruz para aliviar su dolor yo hubiera renunciado.

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*Presidente Canal Teleamiga Internacional