El Gobierno del Presidente Duque, al igual que en muchos otros países, ha tenido que tomar una serie de decisiones bastante complejas y difíciles, como consecuencia de la situación generada por causa del Covid-19.
Hace casi dos meses empezaron a presentarse casos positivos en Colombia, la mayoría de ellos contraídos en el exterior. Por tal motivo, el Gobierno tuvo que ordenar la cuarentena obligatoria de aquellas personas procedentes de países extranjeros y decretar adicionalmente el Estado de Emergencia Económica con el fin de poder adoptar medidas en búsqueda de reducir las consecuencias negativas que pudiera generar la situación.
El aislamiento obligatorio, que fue decretado hace aproximadamente un mes, buscaba evitar el contagio masivo del virus ya que nuestro país no se encontraba preparado para un crecimiento exponencial como el que se vio en países como España y Estados Unidos. Así, se reunieron las fuerzas económicas, médicas y las herramientas necesarias para hacer frente a la eventual e inminente apertura gradual de la economía colombiana, que sin lugar a duda y desafortunadamente traerá consigo un crecimiento en el nivel de contagio.
Esta estrategia del Presidente Duque, si bien como toda medida a nivel global ha generado una situación crítica para muchos empresarios y trabajadores, ha permitido a nuestro país tomar ventaja ante el Covid-19 y prepararse para poder implementar las medidas necesarias para hacer frente a una posible inclinación en la curva de contagio, una vez se reabra la economía del país.
Sin lugar a duda, estas medidas eran necesarias para salvar muchas vidas y evitar una triste tragedia por las pérdidas que hubiéramos sufrido si, como en aquellos países ya mencionados.
Lo que es inconcebible es cómo algunas empresas, pero sobretodo entidades bancarias, han aprovechado esta situación, pues aunque han registrado inmensas utilidades en los años recientes, ahora no están ajustando sus políticas a la crisis que viven los colombianos y no se encuentran actuando con la altura que el momento demanda y que el Gobierno y la opinión pública les ha pedido.
Han sido ya varios los empresarios pequeños, medianos y grandes que han querido acudir a la renegociación de sus créditos, o acceso a productos que les permitan seguir a flote pero, sin embargo, los bancos continúan subiendo las tasas de intereses aduciendo a que ahora hay un mayor riesgo, cuando el Banco de la República por su parte ha tomado la medida contraria en atención a la situación del país y además el gobierno ha establecido grandes partidas para esos efectos con crédito blando.
No puede ser que ante semejante pandemia estamos viviendo y a la angustia que genera, existan personas que quieran aprovechar estos momentos para incrementar sus utilidades.
Es menester que el Gobierno continúe con buena gestión y controle estas actuaciones por parte de tales entidades mediante los organismos de control, como la Superintendencia Financiera de Colombia.
En los próximos días, a partir del 27 de este mes, el Gobierno estará flexibilizando el aislamiento obligatorio para empezar a dinamizar la economía, iniciando por el front office de los sectores de construcción y manufactura donde hay un gran número de trabajadores.
Sin embargo, es sumamente importante que los colombianos entiendan que esta apertura gradual a la economía debe ser asumida con responsabilidad, pues de ello depende que como país nos recuremos prontamente y con el menor número de pérdidas posibles. Nuestras acciones en el día a día definen en la mayor medida la rapidez con la que podamos recuperarnos de esta situación de emergencia económica y de salud.