En mi columna anterior me referí a algunos casos emblemáticos en Colombia, en los que muchos proyectos exitosos se vieron frustrados por malas decisiones gubernamentales. Hoy quiero referirme a cómo se podría llevar a Ecopetrol y, de paso al país, al desastre. Y conste que digo “podría” y que espero que mis presunciones estén equivocadas.
Pdvsa era la empresa emblemática del petróleo en Venezuela. Empezó operaciones en1976 para manejar la producción de hidrocarburos en un país que tiene las mayores reservas del mundo (20%), aunque en su mayor parte se trate de crudos pesados. La gasolina que consumían los venezolanos era prácticamente regalada y la compañía tenía refinerías en varias partes del mundo, transporte en tanqueros propios y distribución al por menor en los Estados Unidos.
En febrero de 2002 Chávez despidió al presidente y lo reemplazó por un dirigente de izquierda. Entre 2002 y 2003 hubo una huelga petrolera que finalmente culminó con el despido por 18 mil trabajadores de bajo rango. Las utilidades de Pdvsaiban a una compañía (Fonden), creada por Chávez, que entre 2005 y 2016 recibió USD 82 mil millones y carecía de auditorías y controles. En 2013 las exportaciones de petróleo iban a la baja. En 2022 solamente se exportaron 600,000 barriles diarios frente a los 2.400.000 de 10 años atrás.
Incumplimiento de obligaciones financieras condujeron a pleitos internacionales fallados contra Pdvsa, en uno de los cuales se perdió Citgo, la distribuidora en Estados Unidos. La pobreza invadió el país, más de 6 millones de venezolanos (20% de la población) emigraron, la inflación llegó en 2018 a 130 mil por ciento y el IPC a valores ininteligibles.
Ahora hay más de 20 funcionarios de Pdvsa (que pueden llegar a 70) llevados a juicio por una trama de corrupción y el ministro de Petróleos se cayó como sospechoso de estar vinculado.
Ecopetrol, una compañía que tiene un 11 por ciento de capital privado, nació en 1951 como resultado de la reversión de la Concesión de Mares. Es la segunda empresa petrolera más grande de Latinoamericana y una de las 40 más grandes del mundo. Pero lo que nos interesa es que en 2022 tuvo utilidades superiores a 33 billones y va a pagar a sus accionistas el dividendo más alto de su historia. En 2022 entregó $42,4 billones a la Nación a través de dividendos, regalías e impuestos, y $2,1 billones a los accionistas minoritarios.
Desde su campaña, Petro le tenía echado el ojo a Ecopetrol y al posesionarse, con su loca idea del cambio climático, hizo que se pararan los proyectos de fracking (¿también en los Estados Unidos?) y los contratos de exploración de hidrocarburos. Y ahora sacó al presidente, Felipe Bayón, y a algunos miembros de la junta directiva, para meter su propio equipo. Y quiso que entrara a la junta un expresidente de la USO, cuyo último pliego de peticiones vale 42 billones, nueve billones más que las utilidades de la compañía.
Sobre el nuevo presidente de Ecopetrol, simplemente transcribo lo que dijo el dirigente de izquierda Jorge Enrique Robledo: “Ricardo Roa … como jefe del Grupo de Energía de Bogotá, nombró y alcahueteó en Trecsa a un gerente corrupto. El Consejo Electoral le encontró irregularidades en las cuentas de la campaña de Petro”.
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Coda: ¿Los fondos de la salud y las pensiones que Petro quiere trasladar al manejo del Ejecutivo, tendrían como destino la “mermelada” que necesita para aceitar el Congreso, porque el sólo despido de funcionarios de otros partidos no le va a alcanzar? ¿Querrá “descunchar” también a Ecopetrol?