Edmundo López Gómez | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Febrero de 2015

Cali y algo más…


El día que llegué a Cali, leí en El País (9/2/2015) la entrevista que concedió el padre Óscar de la Vega, director del Banco de Alimentos Arquidiocesano, en el cual el eminente sacerdote hizo trascender dolorosas vivencias sobre la inseguridad y la tragedia social que padece una de las ciudades más hermosas de Colombia: “En Cali, apuntaba el sacerdote, si hay gente que roba y muere por hambre”, frase que le sirvió al periodista para titular el reportaje.
Debo decir que la lectura del texto completo de la entrevista me impresionó sobremanera, pues tenía más de treinta años de haber estado en la capital del departamento del Valle, en un homenaje que se le rindió al doctor Gustavo Balcázar Monzón, colega mío en el Senado de la República y uno de los más destacados dirigentes políticos que ha tenido esa sección del país en todos los tiempos.
Se duele el padre De la Vega, de la tendencia del Estado de minimizar los índices de pobreza, pues estadísticamente le parece bien que una persona coma una vez al día, sin que le importe saber si lo que come lo nutre.Un 8% de la población de Cali pasa hambre, según promedio que ha hecho la organización que dirige el mencionado sacerdote.
Habrá que decir, por otra parte, que al padre De la Vega le asiste la razón cuando dice que se debe tener una visión social más amplia del problema y no simplemente un enfoque asistencialista. Y se debe repetir con él, que es mejor guiarse por los índices de pobreza real que reflejan los semáforos que los que aparecen en las estadísticas oficiales.
Pero es hora de sacar nuestras propias conclusiones.  El problema no puede focalizarse solamente en Cali, sus autoridades seguramente procesarán las críticas constructivas del padre De la Vega, pero habrá que decir que en todas las capitales de nuestros departamentos y en importantes ciudades intermedias, los indicadores de pobreza -con crecimiento de la indigencia-, son también alarmantes.
 

***

¡Vaya si es importante la paz! Para poder financiar los gastos que demanda combatir la pobreza. Ojalá llegue el momento de la reflexión colectiva. Que los fundamentalistas no sigan atravesando argumentos, como palos en la rueda, para hacer imposible un pacto de paz.
PD. La Cali de treinta años atrás era hermosa. La de hoy, lo es mucho más. ¡Y cuán maravillosa es su gente! Bien merece Colombia, además, que el Milagroso de Buga proyecte las luces de la convivencia y de la hermandad entre todos los colombianos. Que nos escuche el ruego.
edmundolopezg@hotmail.com