EDMUNDO LÓPEZ GÓMEZ | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Octubre de 2012

Pensando en el posconflicto

 

En mi libro Puntadas sin dedal, prologado por el  humanista Benjamín Ardila Duarte y editado bajo el cuidado de Editorial Maremágnum, y  cuyo lanzamiento se realizó en diciembre del año pasado en Montería, me ocupé, en uno de sus capítulos, del tema de la Paz. Y fijé  mi posición dentro del enfrentamiento surgido entre el expresidente Uribe, y el presidente Santos, al darle la razón a éste cuando calificó la confrontación que desde hace 50 años padecíamos, como ”un conflicto armado interno“, en cuanto a que con esa calificación, se les podía exigir, a la luz del artículo 3º común de los Convenios de Ginebra, el cumplimiento de las reglas del Derecho Internacional Humanitario .

Con anterioridad, en 2003, había publicado otro libro “Para Pactar la Paz: ¿Hacia una ley de punto final?“, con prólogo del procurador Edgar Maya Villazón, e introducción del historiador  y analista político Carlos Villalba Bustillo, en cuyas paginas esbocé  un proyecto de paz, sobre la base del siguiente planteamiento (gag.41): “Colombia no sería el único país del mundo que aplicaría un método de reconciliación basado en el pragmatismo pero también“ en la necesidad de paz “de sus habitantes., quienes en cuarenta años, (ya son cincuenta), no han visto el sol de la convivencia pero sí el terrible drama de sus hijos caídos en la guerra, unos para defender la legitimidad, otros por pretender doblegar la voluntad del Estado y someterlo a propósitos revolucionarios…”

Sería imposible reproducir todo el esquema de paz que propuse  entonces, pero sí   la iniciativa  concreta,  en cuanto a la representación política en los órganos de elección popular que podía otorgarse a la fuerza subversiva que se  desmovilice; propuesta que haría  parte de la solución pragmática que hemos concebido y que podría llevarse a refrendación popular o a una Asamblea Constituyente. Para estos efectos, propuse: “Se crearán circunscripciones especiales en las elecciones inmediatas a la firma de la paz. 2. Mediante este procedimiento se les  adjudicarán 10 curules en el Senado y 20 en la Cámara de Representantes, 5 curules en las Asambleas con más de 20 diputados y 2 con menos de esta cifra. En los concejos de las capitales de departamentos se les  adjudicarán 5 curules y 2 en los otros municipios del país“. No tengo la pretensión de que se acoja nuestra  iniciativa tal como la presenté en el libro mencionado, hace casi diez años, pero ojalá sirva de punto de discusión en las conversaciones de Oslo y La Habana.

Para quienes son enemigos de la reconciliación -que es la expresión humana de la paz-, esa propuesta se  descalificará  con  dureza, no así por  quienes quieran buscarle vías de solución estable a nuestro conflicto interno. Mirémonos en el espejo de la paz con el M-19, para concluir que, sin  representación política en los órganos de elección popular, la inserción de los  grupos alzados en armas en nuestra vida institucional,  no será  posible. ¿Pero quiénes podrían llevar esa representación política dentro las fuerzas subversivas?

Daremos nuestra opinión en la próxima columna.

edmundolopezg@hotmail.com