Eduardo Vargas M. | El Nuevo Siglo
Lunes, 4 de Enero de 2016

ESENCIA

Tiempos de cambio

“Ocurre a diario y viene de cada quien”

 

De todos los memes que a cada instante son colgados en Facebook, me pareció muy interesante y cierto uno que dice que el cambio no viene con el año nuevo, sino desde cada quien. Aquello de “año nuevo, vida nueva, más alegres los días serán” no es algo que se dé en forma automática, solo por una vuelta de hoja de calendario. A veces delegamos la responsabilidad del cambio a factores externos, les ponemos todo tipo de nombres y les adjudicamos nombres propios. Pero si nos quedamos esperando el milagro de del santo tal, la vida seguirá siendo como la inercia del pasado lo permita. Claro que existen milagros: los hacemos nosotros mismos, con el poder creador y transformador que nos ha sido dado, del que dudamos porque la educación que hemos recibido nos cortó las alas y nos hizo creer que para ejercer el propio poder se requiere tener condiciones especiales, que solo pocos humanos pueden alcanzar.

 

Cada momento de la vida es un milagro, cada día y cada noche son nuevos, cada segundo es otra oportunidad. Necesitamos despertar a la realidad de reconocer ese poder inherente a la vida misma y utilizarlo para generar nuestros procesos de transformación. Esta es una época de buenos propósitos, de balances y proyecciones de final de ejercicio. Eso aplica perfectamente a las organizaciones, pero no necesariamente a la vida: esta es continua, no hace distingos entre días ordinarios y festivos, ni entre treinta y unos de diciembre y primeros de enero. No es solo en este tiempo en el que podemos plantearnos cambios vitales, sean estos superficiales o estructurales. No es solo por estos días que se nos permite el impulso para la transformación, aunque la energía colectiva del momento ayuda y hace lo suyo. El tiempo es siempre, en cada aquí y en cada hora, sin importar las circunstancias.

 

El cambio ocurre cada día, cada vez que nos lo proponemos; cada amanecer de hecho es un milagro. Cada noche puede ser de balance, para observarnos amorosamente, sin juicios, e identificar lo que requerimos cambiar. A medida que estamos más conectados con nosotros mismos podemos no solo planear el cambio, sino vivirlo como los protagonistas que somos de nuestra existencia.  De lo que sembremos a cada instante dependerá lo que cosechemos más adelante.  ¿Cuándo? No necesariamente cuando queramos o esperemos, pues la vida tiene sus misterios que trascienden nuestras limitadas comprensiones.  Lo que es seguro que si reconocemos que todos los tiempos son de cambio, que el momento de la acción es el presente y que tenemos el poder para hacerlo, los tiempos venideros podrán ser mejores o al menos los asumiremos con mayor consciencia. ¡Buen cambio para todos!