SE siente como pez en el agua en las redes sociales, utiliza la provocación como estrategia y surfea la ola conservadora que llevó al poder a Jair Bolsonaro, Donald Trump y Javier Milei. Se llama Pablo Marçal, tiene 37 años y sacude con fuerza la pugna por la alcaldía de Sao Paulo.
Desde que entró oficialmente a principio de agosto en la contienda por gobernar la mayor ciudad de Latinoamérica, de 12 millones de habitantes, la popularidad de este influenciador y "coach" ha crecido como espuma.
A menos de un mes de la primera vuelta de los comicios municipales de Brasil (6 de octubre), protagoniza una ajustada carrera con el alcalde Ricardo Nunes, apoyado por el exmandatario Jair Bolsonaro, y Guilherme Boulos, candidato del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, ganando terreno según un sondeo publicado ayer por el instituto Datafolha.
Así, la carta del oficialista Psol, suma el 23% en intención de voto, solo un punto por encima del candidato de la M (Marçal), empatando con el aspirante bolsonarista. En una anterior medición, entre el 20 y 21 de agosto, los guarismos eran 23%, 21% y 19%, respectivamente.
En cuanto a los sectores poblacionales que los apoyan el sondeo indica que en los estratos bajos, es decir en el que las personas ganan hasta dos salarios mínimos, el respaldo mayoritario es para el alcalde (28%), mientras que el aspirante oficialista logra el 19% y el ‘outisder’ Marçal, un 17%. En el grupo poblacional de ingresos medios (entre dos y cinco salarios mínimos) este último y Boulos registran la misma intención de voto, 24%, mientras que el actual mandatario se ubica tres puntos por detrás.
Y en los que devengan más de cinco salarios mínimos mensuales, el ‘lulista’ marca 26%, solo un punto por encima del candidato conservador y se ubica con un 17%, el aspirante a reelegirse.
Marçal ha sumado popularidad atrayendo votos del bolsonarismo, sectores evangélicos y jóvenes con un discurso considerado agresivo, que apela a la "libertad" y rechaza todo lo que juzga como comunismo.
"Las personas quieren libertad, decir lo que piensan. No quieren plegarse a la ideología de género. No quieren esta agenda 'woke', que es completamente retrasada", dice el influenciador a la AFP, al término de una jornada para pegar publicidad electoral que reunió a ricos y pobres en un barrio acomodado de la capital paulista.
"Principal actor digital"
Marçal ha hecho de la "M", la inicial de su apellido, el logo de su campaña centrada en propuestas de austeridad, destierro de los "incompetentes" del sector público y generación de empleo, especialmente para los pobres.
La letra está en el medio de la gorra azul que él y sus partidarios suelen usar, y sus simpatizantes la forman con los tres dedos centrales de sus manos cuando posan para fotos, siguiendo el lema "Faz o M" (Haz la M).
"Él dice lo que muchos brasileños quisieran decir", asegura Sara María Nunes, una enfermera de 50 años, que lleva puesta la gorra.
Hijo de un funcionario y una empleada doméstica, el candidato del Partido Renovador Laborista Brasileño (PRTB) nació en Goiânia, Goiás (centro-oeste), y se volvió famoso brindando en internet conferencias motivacionales y cursos para ganar dinero.
Es el más adinerado de los aspirantes a la alcaldía de Sao Paulo, según medios locales.
Carismático, de figura atlética, casado con una mujer como él profundamente cristiana y padre de cuatro hijos, ha dado un uso tan estratégico como controvertido a sus redes sociales, donde tiene la astronómica cifra de más de 25 millones de seguidores.
"Soy el principal actor digital del país en la actualidad", sostiene.
Ha prometido pagos a quienes creen perfiles para compartir videos suyos, por lo que algunas de sus cuentas fueron suspendidas por la justicia electoral. Agradeció la sanción al considerar que "toda persecución acelera el proceso" hacia la victoria.
Cerca y lejos del bolsonarismo
Reconoce que algunas de sus declaraciones más polémicas, varias con contenido falso, son una táctica para "llamar la atención" de votantes y medios, a los que agradece con sorna por hablar tanto de él.
Ha llamado idiotas a los votantes del izquierdista Lula, insinuado que uno de sus rivales era el "mayor" aspirador de cocaína de la ciudad y sugerido que enviaría a los comunistas en bus hacia Venezuela.
"No voy a disculparme por decir lo que necesita ser dicho. Ahora, después del periodo electoral, no se necesita esa guerra" contra los demás, afirma Marçal, quien reconoce su interés en ser presidente de Brasil.
Sus críticos han recordado, entre otros escándalos, que fue condenado a cuatro años y medio de cárcel en 2010 por hurto, aunque no cumplió la pena en prisión, y supuestos vínculos de personas de su partido con el crimen organizado.
"Representa esa sustancia pura de la extrema derecha, del odio, de la mentira", afirma el candidato de Lula, Guilherme Boulos.
A pesar de que comparten estilos e ideas, Marçal no cuenta con el apoyo oficial del ultraderechista Bolsonaro (2019-22), con quien ha tenido rifirrafes.
Puede incluso amenazar el monopolio del exmandatario sobre el conservadurismo brasileño, según expertos.
Parte de los bolsonaristas consideran que su líder los "traicionó" al aliarse con Nunes, al que ven como un "político tradicional", según Jonas Medeiros, director de investigación en el Centro para la Imaginación Crítica.
Y ese apoyo al actual alcalde permitió que Marçal se presentara como "candidato fuera del sistema político", agrega Medeiros.
Sin importar que ya tiene experiencia electoral, incluida su elección como diputado federal de Sao Paulo en 2022, anulada a raíz de irregularidades en la financiación de su campaña.
A escasas semanas de las municipales, la alcaldía de Sao Paulo concita mucho interés no solo por la ajustada competencia de los tres más opcionados, sino por el meteórico ascenso del joven diputado conservador, quién con su discurso y estilo se enmarca dentro de la llamada ‘nueva derecha’ que en el mundo actualmente representan, entre otros, Milei, Bukele y Bolsonaro. Tienen, como denominador común, más que ser anti-establecimiento, cercanía real con la gente, la escuchan, identifican sus necesidades y construyen su agenda programática en torno a soluciones efectivas a las mismas.
La “M” se está viendo cada vez más en las calles de esta gigantesca ciudad, una de las más pobladas del mundo y dinámico centro financiero de Brasil, evidenciando que son muchos de sus ciudadanos los que tienen esa gorra puesta.