Eduardo Vargas M. PhD | El Nuevo Siglo
Martes, 24 de Mayo de 2016

 

ESENCIA

Sistema de paces

 

LOS discursos sobre la paz son necesarios, pues el lenguaje crea realidades; pero no solo eso, también los pensamientos son tan poderosos que logran transformar el curso de la vida.  Por ello es imprescindible que las ideas construidas sobre la paz -para que ella emerja verdaderamente algún día como una opción dentro del caos- surjan con relación a nuestras propias vivencias, para sanar las historias que llevamos a cuestas, las cuales determinan nuestro presente.  Para hacer honor a la verdad, no necesitamos una sola paz interior: requerimos un sistema de paces, amplio e incluyente, lo suficientemente fuerte para resolver nuestras trabas emocionales.  Si tenemos una mirada cronológica, la primera paz necesaria es con nuestra infancia, con todo aquello que hoy calificamos de nocivo para el desarrollo de la niñez.  Nuestros padres –por fortuna– cometieron muchos errores, por lo cual una crianza perfecta resulta impensable e imposible.  Si usted revisa sus primeros años de vida, con seguridad encontrará acontecimientos que le causaron dolor, yendo dese un castigo injusto hasta el abandono mismo. 

 

Posiblemente ya los soltó y acepta la vida tal como es; pero si no, está a tiempo de ponerse emocionalmente al día con esas vivencias, resignificarlas y soltaras.

La vida escolar también presentó sus retos.  No faltó el compañero que hizo matoneo, se burló de su color de piel o de que sus padres estaban separados, de la ropa heredada de sus hermanos mayores o de su timidez.  A lo mejor sintió que alguna calificación  fue injusta y tuvo deseos de no volver jamás al colegio.  Posiblemente se sentía gorda y recayó en usted la presión social para que su cuerpo estuviese estereotipado de acuerdo con la estética imperante y empezó a padecer trastornos alimenticios para verse más delgada.  Sí, todo esto haber ocurrido en sus años de escuela y universidad.  También pudo haber sucedido lo contrario, pues era la persona más popular del colegio y la vida le sonreía, pero traía por dentro el peso de ser perfecto, de no mostrar nunca una debilidad, de arrastrar una auto-exigencia desmedida que se ha convertido en un verdadero lastre.  Cada quien lleva su procesión por dentro, sin ser necesario exhibirla ni lamentarse.  Solo usted la conoce y puede sentir que aún le quita la tranquilidad.  Detrás de una figura prominente y respetada, puede esconderse el dolor de un abuso sexual o de la traición a sí mismo.

 

La adultez no se escapa de situaciones en las cuales nos apartamos del amor sano: una infidelidad puede desencadenar una baja en la propia estima; el acoso laboral llega cargado de envidias y zancadillas; la competencia a muerte por ocupar algún lugar genera malquerencias y frustraciones.  Lo cierto es que la gran mayoría de los seres humanos presenta profundas heridas, aún abiertas y lejos de cicatrizar.  Con todo ello es preciso hacer las paces y a veces se olvida, por los afanes de la cotidianidad. Pero sin construir sistémica e integralmente las paces adentro, será muy difícil lograr la de afuera. Resignificar y soltar es la clave; en amor.

@edoxvargas