EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Octubre de 2013

BIO-APRENDIZAJES

Fluir subjetivamente

 

Hay muchas situaciones que requieren pesos, medidas y valores, de alguna manera, ser controlables. No sería nada práctico no saber cuánto es un litro de agua, un kilo de pescado o una tonelada de concreto, y requerimos instrumentos de medida y verificación que nos permitan saber que realmente estamos pagando por lo que estamos comprando. Las medidas objetivas son necesarias para ello y nos proveen no sólo una constatación de lo que queremos, sino que de paso nos ahorran conflictos. Sin embargo, hay muchos aspectos de la existencia en los que la objetividad no opera y el control resulta inocuo. Entre más rápido nos demos cuenta de ello, mejor.

Aunque se quiera, no resulta posible establecer cuánto tiempo va a durar un duelo; tampoco es factible establecer con exactitud la intensidad de dolor que pueda generar una separación ni la cantidad de alegría que pueda surgir en un momento de éxtasis.  Simplemente suceden: son, están y pasan. Alegrías, dolores, frustraciones, malos genios, buen humor, son estados pasajeros que nos suceden, y pretender controlarlos aumenta la presión y disminuye la armonía. Claro, quisiéramos por lo general que los momentos de euforia se prolongaran y los incómodos o dolorosos terminaran ya. Pero terminan cuando terminan, cuando ya corresponde su tiempo, así como sucede con la vida misma. 

Es al querer controlar los estados en los que el corazón llora, la cabeza se atasca y el cuerpo se paraliza, cuando suele enredársenos la pita. Clamamos al cielo porque la pena pase rápido, que nos sea quitada inmediatamente esa carga terrible, que el “amor” regrese a nuestras vidas en este mismo instante, sin tener en cuenta que lo que estamos viviendo es ante todo responsabilidad nuestra, y que aunque no tengamos el control para determinar hasta cuándo lo viviremos, sí tenemos el poder para afrontarlo de la mejor manera posible, cada uno en su proceso. 

La variable tiempo en los aprendizajes vitales sencillamente no opera; si lo hace es de manera artificial y tarde o temprano nos daremos cuenta de ello, como cuando se decretan duelos de tres días… Sí podemos decretar en nuestras vidas atravesar el dolor, aprender de él y dejarlo pasar cuando ya no tengamos nada que reconocer allí.  Cuando aprendamos habremos sanado; mientras no comprendamos e integremos lo necesario, seguiremos afrontando el reto del dolor o la pena, cada quien a su ritmo, el pertinente para cada momento de la vida, porque también pueden ser diferentes las intensidades y velocidades a lo largo del camino. 

Dejemos el control para aquello que se pueda controlar, lo cual también resulta relativo gracias a la incertidumbre. En lo subjetivo, démonos el permiso de fluir, como y hasta donde corresponda, aprendiendo.

@edoxvargas