EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Domingo, 23 de Febrero de 2014

Revoluciones de consciencia

 

 

Cada  sociedad tiene el presente que ha construido, entre todos. Claro, esto es difícil de asumir mientras permanezcamos en la lógica de echarnos culpas, a otros o a nosotros mismos. La verdad es que somos co-responsables de lo que hay en nuestros entornos. Mientras la culpa inmoviliza, pues perdemos tiempo en identificar quién hizo el primer mal, la responsabilidad mutua nos ayudaría a salir de nuestros atolladeros.

Con frecuencia oigo decir que “esto no pasa en países serios”. Me pregunto: ¿qué es un país serio? ¿Cuáles son esos? No lo sé. ¿Un país serio es el que recibe dinero a ojos cerrados sin preguntar de dónde viene? ¿Acaso uno que internamente tenga doble moral y organice guerras afuera? ¿Un Estado que proteja a abusadores?

La corrupción en todas sus manifestaciones es inherente a la sombra de los seres humanos, a sus ambiciones desmedidas y a la impostergable necesidad de satisfacer los deseos más egoístas. Y nuestras clases políticas están llenas de eso, al igual que los sectores privados, militares, religiosos, sociales…  ¡Todos los seres humanos tenemos sombra! Es parte de este juego vital, así no nos guste. También tenemos luz.

Criticar la sombra ajena es fácil. No ver la propia, también. Ahí está el problema: en desconocer lo que origina nuestros deseos más irracionales, en estar ciegos ante nuestras limitaciones egoicas y en distraernos en las de afuera para evitar hacer contacto con las propias. Claro que hay cosas para transformar, porque justamente de eso se trata la vida. No es cosa de quiénes somos los “buenos” y quiénes los “malos”. Todos tenemos luz y sombra, a veces vibramos en una, a veces en la otra.

Hablar de países serios es bonito, pero no real. Las naciones están hechas de personas, que crean instituciones: todas danzando entre esas luces y esas sombras, aciertos y desaciertos. Si queremos cambiar los entornos, empecemos por nosotros mismos y vayamos integrando las sombras: reconociendo errores, aprendiendo de ellos para evitar lo que no funciona y siendo creativos para desarrollar nuevas apuestas colectivas. Lo de afuera funciona mejor si trabajamos adentro. ¿Seguirán llegando personas más en sombra que en luz a nuestras instituciones? Sí, como también unas más sanas.  Nadie es perfecto, aunque desde el apasionamiento sea sencillo condenar al otro. 

Hemos hecho muchas revoluciones y sus resultados, en general, han sido desbalanceados, egocéntricos. No hemos profundizado aún en revoluciones de la consciencia, silenciosas, sin juicios, actuantes, integrativas; las podríamos empezar aquí, ahora. Mientras tanto -así pueda parecer absurdo- vivimos lo que nos corresponde vivir, pues para algo sucede, y lo resolvemos en armonía o no, dependiendo para lo que estemos preparados. Lo que ocurre no es bueno o malo; es.

@edoxvargas