EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Domingo, 23 de Septiembre de 2012

Proyecto vital

 

La vida es siempre un proyecto.  Este se nos puede ir envolatando con el paso de los días y el peso de la cotidianidad. 

A veces solemos creer que el abordaje del proyecto de vida se queda para etapas específicas de la existencia, como la adolescencia cuando definimos lo que queremos hacer; la primera etapa adulta, cuando generalmente se conforma una nueva familia; la adultez madura, cuando los hijos se van, dejan el nido vacío y se aproxima la edad de la pensión.

Si bien es cierto que en esas etapas de la vida es necesario replantearse la existencia, el ejercicio podría ser como respirar: continuo y sin parar.

La vida es un camino, a veces corto, a veces largo, en que tenemos diferentes áreas de desarrollo para crecer como personas. Como no hay caminos únicos, cada quien requiere labrarse el suyo. Le propongo que hoy mire su vida como una autopista de varios carriles, unos rápidos y otros lentos, que se recorren de manera simultánea. Usted decide cuáles carriles quiere transitar, y cuántos. Entre más sincronía exista entre los carriles, mayor armonía tendrá su vida. 

Hay carriles que son prácticamente universales, sin que por ello sea obligatorio transitarlos, pues cada quien diseña su vida como quiere.  Los más comunes son los correspondientes a la familia de origen, el trabajo, la economía, la salud integral, la pareja, las amistades, la diversión y la espiritualidad. Imagine la autopista con esos ocho carriles, o los que usted defina. Por lo general hay unos que fluyen maravillosamente, mientras que hay otros con trancones. El reto consiste en fluir en todos, sin que necesariamente sea una competencia contra-reloj; la carrera de la vida es de responsabilidades individuales, pues al fin y al cabo de la única vida que tenemos la obligación de hacernos cargo es de la propia. Cada quien tiene su ritmo y podemos ir acompañados.

Es en los momentos de cambio cuando los carriles se atascan. Es ahí cuando es preciso replantearse los carriles o reconocer que hace falta en un carril para que fluya. Si el trancón está en la vida de pareja, se requiere revisar los orígenes del atasque; si ya se surtieron los aprendizajes, lo procedente es cerrar ese carril y cambiarlo por otro.  También hay cambio de carril cuando renunciamos a un trabajo y emprendemos otro. Cuando cerramos ciclos, como el de estudiantes, para pasar al de la vida laboral. 

Hoy le propongo reflexionar sobre cuáles son sus carriles, hasta dónde necesita y quiere que lleguen, a qué ritmo, y hasta cuándo. Cuáles requiere cerrar y cuáles fortalecer, para que su proyecto de vida fluya día a día, sin importar la etapa vital que esté viviendo.