Eduardo Vargas Montenegro, PhD | El Nuevo Siglo
Lunes, 5 de Enero de 2015

Soltar, confiar, fluir

 

Con el nuevo año no es que la vida se transforme radicalmente; de hecho son otras fechas las que marcan el inicio del año en las culturas china y judía, lo que nos indica que en realidad es solo una fecha más a la que le conferimos un valor especial, teñido -ojalá- de gratitud y esperanza. 

Por ello, la llegada de enero constituye un hito en los imaginarios personales y colectivos. La verdad es que los rituales que hacemos para festejar cada año nuevo podríamos hacerlos cada día, con la consciencia de dejar lo viejo y entregarnos a lo nuevo, agradeciendo por lo que queda atrás y viviendo en presente.

Cada nuevo día es un nuevo comienzo, no porque necesariamente cortemos de tajo con aquello que venimos pensando, sintiendo y haciendo, sino porque es una oportunidad para replantearlo, verificar su vigencia, constatar si continúa de la misma manera o hay otras más interesantes y provechosas.

Son tres los verbos que podríamos conjugar cada día nuevo, cada año nuevo: soltar, confiar y fluir. Soltar lo que ya pasó, lo que ya no corresponde que esté en nuestras vidas.

En una sociedad particularmente centrada en el apego a las personas, las situaciones y las posesiones materiales, soltar no resulta fácil, pues la costumbre arraigada es aferrarse a eso que en algún momento nos hizo la vida agradable. Cuesta mucho dejar ir desde el teléfono móvil que se perdió en algún viaje o un sombrero que decidió volar con el viento para cubrir otras cabezas, hasta una relación de pareja que finalizó o los seres queridos que fallecieron, pues su aprendizaje vital encarnado ya terminó. Cuesta y es sano, agradeciendo por todo lo vivido.

Soltar es un ejercicio de confianza en el proceso de la vida: confía la abeja en que habrá otra flor con néctar; confía el recién nacido en que será alimentado. Vamos creciendo y se nos olvida confiar en que nuestras necesidades serán resueltas por esa fuerza universal que sostiene todo lo que existe, solo por amor; y nos va entrando poco a poco la duda.  Confiar no significa cruzarse de brazos, sino actuar desde el amor, actuar con la mayor conexión posible, actuar, siempre actuar, lo que en ocasiones incluye el dejar de hacer. Si soltamos y confiamos, podemos fluir, aceptar la vida con lo que traiga, pues será eso lo requerido para seguir avanzando. Fluir es soltar las expectativas para entrar en el mundo de las posibilidades: puede que sí, puede que no, y lo que ocurra, sea lo que sea y si lo sabemos aprovechar, nos ayudará a aprender y crecer.  Sería un buen intento de comienzo de año, de comienzo de día…

@edoxvargas