Es tradicional que cada vez que la tierra culmina su recorrido alrededor del astro rey, los inquilinos del planeta tierra elaboremos balances y reflexionemos sobre el nuevo ciclo vital que iniciaremos.
La mayoría de dichas reflexiones, muchas convertidas luego en predicciones, tienden a estar impulsadas por el deseo de disfrutar mejores aires cada año.
En el caso colombiano, tal como están las cosas, es difícil elaborar vaticinios optimistas. El país está signado por la polarización, la incertidumbre y el desconcierto, producto del mal funcionamiento de unas instituciones avasalladas y al servicio del arrollador poder de la Presidencia, que logró eliminar el funcionamiento tan deseable de los llamados pesos y contra pesos en las tres ramas del poder.
Sin embargo, guiándonos por el adagio popular que afirma que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, podríamos aventurar la hipótesis de que, sabiendo aprovechar los beneficios de tal afirmación, estamos a punto de finalizar los días aciagos vividos durante el actual gobierno.
Nuestro mandatario, no solo tiene ya el sol a sus espaldas, sino que el omnímodo poder detentado por él hasta ahora le resta, por mucho, poco más de un año de goce adicional.
Las abrumadoras mayorías parlamentarias reunidas durante su mandato, conseguidas por el funcionamiento de maquinarias muy bien engrasadas, tienen ya sus días contados.
El calendario electoral afectará tan extraordinario poder, a partir de mayo, por ejemplo, cuando venza el plazo para definir quienes podrán ser candidatos a la primera magistratura, los partidos políticos representados en el Congreso, se decantarán siguiendo las ideas propuestas por sus propios candidatos y dejarán de funcionar como montonera de canes ávidos por recibir el premio ofrecido por su amo.
Entonces, empezaremos a ver dos tendencias definidas: un grupo apostará por la continuidad de la ruta trazada hasta ahora; el otro propondrá correcciones de fondo al actual camino; en cualquier caso la voz de Juan Manuel Santos ya no será la que prime.
Dentro de todos los que se perfilan como candidatos, tres se proyectan firmemente como portadores de planteamientos esperanzadores para todos; son ellos: Marta Lucía Ramírez, Iván Duque y Germán Vargas.
Marta Lucía Ramírez pone sobre el escenario propuestas bien formuladas y construidas sobre la base de su sólida formación y experiencia, además de su carácter indoblegable y deseoso de erradicar la corrupción reinante.
Iván Duque es portador de un mensaje fresco, alejado de las viejas prácticas politiqueras que tanto daño nos han hecho pero acompañadas de solidos planteamientos en emprendimiento económico y social.
German Vargas se presenta con un mensaje de orden con progreso, precedido no solo por su experiencia como legislador, sino de su exitosa gestión como gerente de temas complejos como la oferta de vivienda nueva y la infraestructura vial necesaria.
Para ganar con cualquiera de ellos, será necesario contar con el apoyo decidido de los otros en la segunda vuelta de junio de 2018. Solo así tendremos el Presidente del cambio benéfico, así el optimismo se transformará en realidades concretas.