¿Qué celebraremos la próxima Navidad? Cada quien tienes sus tradiciones y creencias. Yo celebraré, con plena consciencia, la encarnación del Cristo Cósmico.
Claro que me gustan las luces de los pesebres y los árboles de Navidad. Me parece muy bonito compartir en familia y con amigos estas emociones festivas, que nos llevan compartir, practicar la generosidad y experimentar la integración, acciones que por demás deberían ser de todos los días, no solamente de la temporada navideña. Sí, el ambiente cambia, las sonrisas florecen y nos llena de alegría pensar en los regalos que nos traerán el Niño Dios, Papá Noel, Santa Claus y los Reyes Magos, o en los que hemos de comprar y regalar cuando representamos a alguno de esos personajes.
Evidentemente, estas tradiciones son bellas y ojalá perduren en el tiempo. Sin embargo, parecen ser insuficientes para que ese frágil sentido de unidad nos dure los siguientes diez meses. Todo ello es bonito, pero no alcanza a representar el sentido profundo de la Navidad, que se nos puede enredar en lo anecdótico de la fiesta y el carácter efímero de la felicidad, salvo que tengamos la consciencia de conexión con algo superior. Eso mayor es la voluntad divina, de conectar a la Tierra con los Cielos. Lo creo firmemente.
Necesitamos trascender las referencias al Jesús histórico y adentrarnos en el Cristo Cósmico. Desde mi perspectiva, la más completa celebración que podemos tener en este tiempo es profundizar en el reconocimiento de Jesús el Cristo como la manifestación viviente de Amor, Luz y Sabiduría, que provienen del Padre Eterno, y que nos permite comprender la importancia de la alianza entre las naturalezas divina y humana para poder avanzar hacia la reconciliación y la paz.
Estamos invitados en esta Navidad a dejarnos guiar por la Luz Mayor -la Ain Soph- que se encarna en Jesús el Cristo, para que podamos integrar y trascender nuestros egos. No podemos solos. En mis casi tres décadas de ejercicio psicoterapéutico, y también como consultante, he podido constatar que sin el componente espiritual no hay sanación completa ni transformación duradera. Necesitamos apoyo celestial para discernir y poder identificar lo sano de lo insano; lo que nos permite la integración de lo que nos sigue fragmentando; y el amor ágape, que nos une como Totalidad, del amor eros, que nos atrapa en las sombras del ego.
Tal y como nos dicen los Drs. J.J. y Desiree Hurtak en Salvator Mundi: Los Setenta y Seis Nombres y Expresiones Sagradas de la Miríada de Nombres del Cristo Cósmico, el poder de la salvación del Cristo es el que nos transforma, aquí y ahora. ¡Feliz Navidad, en la consciencia de la transformación posible, con la guía divina!
@eduardvarmont