Ojo al desempleo | El Nuevo Siglo
/ AFP
Sábado, 1 de Marzo de 2025

“No se pueden pedir peras al olmo”. Ese refrán popular es más que atinado para analizar lo que está pasando con el mercado laboral en Colombia. Según lo informó el DANE este viernes, la tasa de desocupación se ubicó en enero en 11,6 %. Si se compara con el índice del mismo mes del año pasado, se podría destacar que es un 1,1 % menos y que 878 mil personas consiguieron una plaza laboral en el arranque de 2025.

Sin embargo, si ese 11,6 % de enero se compara con el 9,1 % de diciembre pasado, reportado por el mismo estadístico, entonces el panorama se torna más realista, deja de ser positivo y prende las alarmas. De hecho, el dato del primer mes de este año es superior al 10,2 % anual con que cerró el 2024.

Ya desde finales del año pasado algunos expertos, gremios y centros de estudios económicos venían alertando que se cernían sombras sobre el mercado de la oferta y demanda de empleo en Colombia. La principal alerta se sustentaba en que resultaba muy complicado esperar que una economía que no logra despegar en forma pudiera generar una cantidad suficiente de trabajos.

No hay que olvidar que el producto interno bruto de 2024 apenas experimentó un crecimiento del 1,7 %, por debajo de los pronósticos gubernamentales que esperaban que bordeara el 2 %. Aunque en algunas instancias oficiales se celebró ese dato, sobre todo porque el 2023 había cerrado con un pobrísimo 0,6 %, desde estas páginas advertimos que en modo alguno se podían lanzar las campanas al vuelo y, por el contrario, hicimos eco de las advertencias gremiales en torno a que era necesario que el Gobierno, de una vez por todas, aceptara implementar un plan de choque sólido y eficaz para reactivar el aparato productivo.

Otro campanazo giró en torno a que solo avanzado el primer trimestre se podría estar evaluando cuál sería el impacto del aumento del salario básico en 9,5 % para este año, pese a que la inflación anual se ubicó en 5,2 %. Un incremento al que se sumó el reajuste del 23 % en el subsidio de transporte. Desde la cúpula gremial se había advertido que estos mayores costos de nómina, sumados al impacto de la reducción de la jornada laboral a 46 horas (en julio próximo bajará a 44), tendrían un coletazo en materia de congelamiento de plantas de personal o incluso despidos. El dato de enero, comparado con el de diciembre, pareciera empezar a confirmar ese preocupante pronóstico.

No deja de ser paradójico que el desempleo en Colombia se ubique en un 11,6 % sin que haya entrado en vigencia la reforma laboral que impulsa el Gobierno en el Congreso. Como se sabe, el segundo proyecto en la materia se encuentra listo para comenzar su tercer debate en la Comisión Séptima de Senado, en donde tiene las mayorías en contra. No hay que olvidar que esta iniciativa arrastra múltiples alertas, sobre todo de expertos, sector privado y academia, los cuales advierten que disparará los costos de nómina, aumentará la informalidad (hoy en 56,1 %) y pondría en peligro la supervivencia misma de las empresas.

Es innegable que mientras nichos como la construcción y la industria, que llevan muchos meses con resultados en rojo, no sean objeto de políticas audaces para que despeguen definitivamente, será muy difícil pensar en la posibilidad de tener una tasa permanente de desempleo de un dígito. De hecho, el gremio edificador advirtió días atrás que el año pasado se redujo su volumen de empleo promedio mensual en 23 mil trabajadores, siendo 2024 el peor periodo en este aspecto desde 2018, obviamente sin tener en cuenta el 2020 y el impacto de la crisis pandémica.

Aunque el comercio y la agricultura están entre los sectores con mayor dinamismo en estos momentos, no se puede dejar de lado que se trata de sectores en donde la mano de obra es muy informal.

Visto todo el panorama, la conclusión continúa siendo la misma: si bien no se desconoce la crisis fiscal que padece el Gobierno nacional central, y que lo ha llevado a recortar subsidios como los del programa Mi Casa Ya, hay todavía un amplio menú de herramientas normativas y de ajustes presupuestales que pueden servir para activar un plan de generación de empleo a corto y mediano plazos.

No es fácil, obviamente, pero resulta urgente trabajar en medidas para el aquí y ahora. Con más de tres millones de personas sin trabajo, hay que buscar un tándem del Gobierno nacional con el sector privado, las gobernaciones y las alcaldías al respecto. Para ello se requiere no solo voluntad política, sino superar la crisis ministerial y de interinidad en la Casa de Nariño, que ya completa varias semanas.