Las recientes declaraciones de Radamel Falcao García de que el impuesto de patrimonio le genera dificultades en su próxima vinculación a club Millonarios no debe pasar inadvertida. En realidad, nuestro querido futbolista ha puesto sobre la mesa un debate académico que estaba postergado en Colombia y que es de gran importancia, a saber: el impuesto al patrimonio con carácter “permanente” como quedó establecido en la Reforma Tributaria del 2022 ¿es algo conveniente para la buena marcha de la economía o no?
Como se recordará el impuesto al patrimonio será del 1.5% para los patrimonios más grandes hasta el 2026, año a partir del cual se reduce al 1%. Este impuesto deben pagarlo los contribuyentes más ricos que se definen como aquellos cuyos patrimonios son superiores a $3.388.000.000.
A pesar de que la mayoría de los países han renunciado al impuesto al patrimonio con el argumento de que desalienta el ahorro y la inversión y han buscado otras maneras para gravar a los super ricos, la discusión importante en Colombia es si el hecho de que ahora sea un tributo “permanente” y no transitorio como había sido tradicionalmente, convierte el impuesto al patrimonio en un mecanismo fiscal que puede tener visos confiscatorios.
¿Por qué? Porque en un momento de desplome en la actividad económica -como es el caso que estamos presenciando actualmente- el sujeto pasivo de la obligación tributaria se ve en la necesidad de desinvertir, o sea, liquidar parte de su patrimonio para poder atender las exigencias de este tributo. Y si la situación se prolonga por mucho tiempo, el sujeto gravado puede verse abocado a una situación de empobrecimiento forzada para cumplir con sus obligaciones con el fisco.
Por eso son tan peligrosos y cuestionables los impuestos al patrimonio permanentes “en el tiempo” como quedó diseñado el tributo sobre la riqueza a partir de la reforma del 2022.
Acá no se trata de discutir si es bueno o no gravar más severamente a los grandes capitales que, por supuesto deben serlo, sino si la fisonomía que se le dio al impuesto al patrimonio que puede tomarlo confiscatorio.
La precipitud con que se discutió la reforma tributaria del 2022 está llevando a revisar muchos de sus postulados. Ya la Corte Constitucional lo hizo cuando decretó la inexequibilidad de la norma que prohibía la reducción de las regalías pagadas por los contribuyentes del sector minero - energético. El propio gobierno ha reconocido que la tarifa del 35% que hoy rige para las personas jurídicas es muy elevada y que debería reducirse al 30%, como anuncia que lo va a hacer en la reforma tributaria que llevara al Congreso a partir de este 20 de julio.
La preocupación de Radamel Falcao García debería servirnos para revisar la arquitectura con que quedó diseñado en el impuesto al patrimonio, y muy especialmente el insólito carácter de “permanente” que nunca había tenido.