"Medimos nuestro éxito no solamente por las batallas que ganaremos sino también por las guerras a las cuales les pondremos fin y quizás, mucho más importante, las guerras en las cuales nunca participaremos. Mi legado del cual me sentiré más orgulloso será el de un pacificador y un unificador. Eso es lo que yo quiero ser un pacificador y un unificador". "Nuestro poder detendrá todas las guerras y traerá un nuevo espíritu de unidad a un mundo que ha estado furioso, violento y totalmente impredecible" (la traducción de estos y otros párrafos es mía).
Muchos dicen que Donald Trump es un presidente enemigo de la globalización. En mi opinión es un crítico del orden internacional existente, del multilateralismo que ya ofrece muy pocas soluciones. Trump concibe un nuevo orden, eso sí, presidido por Estados Unidos. Porque tiene una noción sobre su país, sobre América, que lo lleva a pensar qué su nación no solamente es la más ambiciosa del mundo, sino que no hay ninguna nación que se le compare. Y por ello hace una descripción de los Estados Unidos que es la base de la grandeza que él quiere reconstruir.
Vale la pena recoger las líneas que sintetizan esa situación. "Los americanos son exploradores, constructores, innovadores, emprendedores y pioneros. El espíritu de frontera está escrito en nuestros corazones. La vocación de la próxima gran aventura resuena dentro de nuestras almas. Nuestros ancestros americanos convirtieron un pequeño grupo de colonias en el borde de un continente vasto en una República poderosa con los ciudadanos más extraordinarios de la tierra. No hay ninguno que se le acerque. Los americanos desarrollaron miles de millas a través de una tierra complicada y de un salvajismo difícil. Ellos cruzaron desiertos, escalaron montañas, desafiaron peligros indecibles, ganaron un Occidente Salvaje, terminaron la esclavitud, rescataron a millones de las tiranías, sacaron a millones de la pobreza, desarrollaron la electricidad, lograron dividir el átomo, lanzaron la humanidad hacia los cielos y pusieron el universo del conocimiento humano en La palma de la mano. Si trabajamos juntos, no hay nada que no podamos hacer y no hay sueño que no podamos lograr".
Y así sigue describiendo las grandes realizaciones de ese país en todos los campos hasta llegar a mencionar “la construcción de los ferrocarriles, la construcción de rascacielos, de grandes autopistas, de haber ganado dos guerras mundiales, de haber derrotado el fascismo y al comunismo y haber triunfado sobre cada uno de los desafíos particulares que tuvieron que enfrentar".
Por ello no vacila en declarar sin reservas que la Edad de Oro de los Estados Unidos está comenzando ahora mismo con su gobierno. Por eso no duda en anunciar que Estados Unidos tendrá el ejército más poderoso del mundo y anuncia lo mismo con referencia a otras materias incluido el proyecto de plantar la bandera de Estados Unidos en el planeta Marte.
Es indispensable destacar la impecable transición que pudimos observar. Un contraste formidable con la que el propio presidente Trump impidió en el 2021 al desconocer la legitimidad del presidente Biden y que tuvo como uno de sus eventos más deplorables la insurrección del 6 de enero. No sorprende que hubiera perdonado, en uno de sus primeros actos de gobierno, ahora, a quienes han sido imputados o sentenciados por los actos violentos que se cometieron en esa deplorable fecha. La de este 20 de enero es un ejemplo excelente y que enaltece, ante todo, al presidente Biden que no obstante los tremendos ataques que formuló el expresidente Trump, a lo largo de su presidencia y, ahora, en el discurso de inauguración tuvo un comportamiento de una admirable serenidad y cortesía. Lo propio se puede decir de los otros expresidentes que participaron en la ceremonia de posesión.