Bogotá y algunas otras ciudades se encuentran invadidas de grafitis. Por cualquier avenida principal, sea comercial, calle barrial, pared, muro o puentes se encuentra la inmensa cantidad de pinturas, mensajes o grafos, unos ilegibles, otros que de alguna manera representan expresiones culturales, también artísticas, políticas, así como protestas y también se manifiestan ciertas palabras y figuras diabólicas que contienen mensajes subliminales cargados de intenciones oscuras que afectan el ambiente visual urbano.
Una vez en mi labor periodística me fue a buscar un hombre sencillo que quería explicarme algunos mensajes intencionales a manera de grafitis, que se colocaban en fachadas de almacenes, edificios, locales o en obras de construcción, que indicaban el número 90s con una pequeña s y eso traducía en lectura “no ventas”, pero curiosamente estos comercios sin conocer el significado intencional de esos mensajes en sus fachadas, terminaban quebrados cerrando sus negocios. Aquello me llamó la atención y me di a la tarea de recorrer algunos, evidenciando lo que aquel hombre decía.
Me he puesto a investigar un poco más sobre ese fenómeno en las ciudades, encontrando que viene de milenios atrás, donde la gente pintaba mensajes de protesta en las fachadas de las casas, pero también enterándome que la cultura grafitera moderna nació en Filadelfia en la década de los sesenta, haciendo tránsito a Nueva York y extendiéndose a otras ciudades de Estados Unidos, Europa y América Latina.
Pero diferenciando lo que es el arte urbano dibujado en muros, edificios, puentes y otros espacios con sus debidos permisos, éstos representan en sus pinturas artísticas mensajes de culturas ancestrales, musicales, también de fauna y naturaleza, muchos de ellos con bonitas figuras, hermosas caras y mensajes constructivos. Pero de otro lado hay otros con dibujos satánicos y grotescos, mensajes subliminales en lenguaje ilegible que causan malestar a la vista, atosigando la arquitectura urbana de mamarrachos que muestran abandono y suciedad.
Recorriendo Bogotá se observa que más del 60% de las fachadas están llenas de esos grafitis realizados sin el permiso de sus propietarios o habitantes, aspecto que afecta la estética urbana, así como la de los locales, edificios o casas.
Pero averiguando encontré que la gran mayoría de estos grafiteros provienen de la cultura Hip Hop conformada por movimientos marginales, que manifiestan de esa manera su protesta. Pero tampoco se puede consentir que se abuse de la estética urbana y se colonice el ambiente visual de la ciudad, atiborrando las paredes con esos grafos que a la inmensa mayoría de los habitantes no les gustan Ni los entienden.
He de decir, en honor a la verdad, que con la debida autorización mandé a hacer un bello mural bajo un puente vehicular en mi barrio, con el hermoso rostro de mi hija fallecida, quien departía con sus amigos, amigas y sus mascoticas en el parque frontal a dicho puente, expresión que me acompaña junto a mi familia y amigos del vecindario. También está el mural del joven grafitero que fue asesinado bajo ese mismo puente. Es decir, estas son manifestaciones de hechos y sucesos que traen remembranzas a la ciudad a personas, familias y comunidades.
El arte urbano y el grafiti constructivo es válido para las ciudades, como se puede apreciar en muchos lugares de Bogotá, Cali, Medellín y muchas más, pero teniendo en cuenta de no convertirse en una explosión indiscriminada del grafiti.