Lo más difícil de esta nota, fue titularla, porque de la alegría y el optimismo con que recibimos la firma de un nuevo acuerdo de paz, el segundo en menos de dos meses, pasamos a la profunda preocupación después de escuchar el debate en el Senado de la república.
No quiero individualizar, ni acusar, y menos sindicar a nadie de amigo o enemigo de la paz. Lo que quiero, como joven, conservadora de ideas y fiel a mi plena convicción de que siempre es mejor la paz que la guerra, es abrir mi corazón y mi mente para tratar de entender lo que pasa. Mis ancestros campesinos de Togüi Boyacá, allí donde quiero que se acepte la diferencia de pensamiento sin que haya amenaza, allí el regazo de nuestras montañas y ríos me incita a pensar que lo difícil que es entender lo que pasa.
¿Será posible que interese personales estén por encima de los intereses de la patria?, ¿Será posible que: los intereses de los vendedores de armas, municiones y gases letales, bombas y demás estén por encima de la paz? ¿Que los intereses de proveedores de nuestros soldados estén por encima de la tranquilidad nacional? ¿Que la mezquindad política y las pasiones estén por encima del sosiego y la convivencia? ¿Que el odio personal esté por encima del odio a la guerra? ¿Que padres y madres se enceguezcan y no vean la posibilidad de tener que enviar a sus hijos a la guerra?. ¿Que aquellos que han dirigido los destinos del país no miren la posibilidad de que podamos pacificar los espíritus para abrirle las puertas al progreso? ¿Será posible que todos nosotros los campesinos podamos rehusarnos a prestar servicio militar o ir a la guerra por objeción de conciencia, porque no somos capaces de hundir un gatillo contra otro ser humano? ¿Por qué no nos rehusamos a que los muertos seamos nosotros los campesinos? ¿Por qué tenemos que matarnos entre nosotros?
Si tomamos conciencia y pensamos en el futuro de nuestro país, quizá las nuevas generaciones tengan el privilegio de disfrutar la Colombia que todos alguna vez soñamos.
Termino con esta frase de autor anónimo:
“Los verdaderos enemigos de la paz son las pasiones, la cólera, la avaricia, la ambición, los deseos y los celos que empujan constantemente al hombre a acciones violentas, cegándole a toda razón”.