Los colombianos la pedimos, queremos elegir en el año 2022 no solamente al presidente de la República sino un equipo de gobierno idóneo, existen candidatos con calidades, pero privan divisiones, injurias, perplejidad, no obstante, perseveramos en el sueño de la unión.
¿Por qué en lugar de dos coaliciones, una de la experiencia y otra de la esperanza, no es factible conformar una sola respaldada por millones de personas anhelantes de la salvación nacional? Los miembros del Centro Democrático, de los partidos Liberal, Conservador, de la U, de Cambio Radical, del Nuevo Liberalismo, del Partido Verde, de la colectividad Mira, de organizaciones creadas por candidatos con firmas, de movimientos regionales, deberían lograr un acuerdo anticipado que defina posición clara en referencia a la mejor opción presidencial, a evitar el abstencionismo transcurrida la primera vuelta, a obtener votación ampliamente mayoritaria el día de la elección definitiva, a sabiendas de que dichas colectividades obtendrán curules pero carecen de fuerza individual para conseguir la victoria en referencia al nuevo jefe de Estado y de Gobierno. Un resultado disperso, similar al reciente del Perú, nos expone a riesgos, a la impugnación de cifras, a la inseguridad institucional.
Pesa lo acaecido con la movilización de protesta de los últimos meses, que si bien consiguió el retiro del inoportuno proyecto de reforma tributaria, dejó muerte, destrucción, elevación de la pandemia, disminución del transporte público, voluminoso pliego de peticiones económicas y de reformas que reposa en anaqueles.
El proceso electoral en curso tiene que tranquilizar, devolver la esperanza, convencer de que sin violencia es factible solucionar problemas que requieren de esfuerzo administrativo, legislativo y judicial, de la colaboración empresarial y sindical.
Los escépticos opinan que el anhelo de la unión es quimera, pero a muchos nos gusta soñar hacia el futuro y que el sueño sea superior al miedo, para concretar la ejecución de programas tendientes a la conservación del medio ambiente, a la realización de obras indispensables, al desarrollo sostenible, a la conquista de una sociedad justa e igualitaria con respeto por los derechos humanos, saliendo de lo pequeño y parroquial, aprovechando el uso inteligente de las nuevas tecnologías.
En América Latina hay ausencia de liderazgo, ojalá que en nuestro país el vacío no se profundice, a pesar de esfuerzos seguimos sin aclimatar la paz, la demagogia hace de las suyas, corruptos acaparan titulares y exacerbados resquebrajan las relaciones humanas con lenguaje inapropiado.
En el planeta contemplamos crecientes amenazas, el mundo se recalienta, el aire está contaminado, desaparecen especies, la tala de árboles afecta, en ciertos lugares falta el agua, pululan gases con efecto invernadero, la clave del bienestar es una mezcla de objetivos, el trabajo corresponde enfocarlo para satisfacer las necesidades de la actual generación sin comprometer la capacidad de nuestros descendientes. Si buscamos enfrentar con éxito los retos urge la unión nacional alejada de egoísmos, ella crearía impacto positivo, no heredamos la tierra, la legamos a los hijos, a quienes la habiten cuando nosotros seamos polvo.