James Webb era administrador de la NASA cuando ésta llevó a cabo el alunizaje de la Apolo 11, que culminó el 20 de julio de 1969 con el desembarco de Neil Armstrong y Edwin F. Aldrin. Con su nombre fue bautizado el telescopio espacial (JWST), desarrollado por las agencias espaciales estadounidense, canadiense y europea (18 países), con el objeto de reemplazar los telescopios Hubble y Spitzer, cuya misión se dio por concluida.
Su espectro es mucho mayor que el del Hubble que se movía en longitud de onda entre el ultravioleta y el infrarrojo cercano, mientras el JWST lo hace desde el naranja al rojo medio. Las longitudes permiten medir la distancia de los objetos en el espacio. Tuvo un costo de 10 mil millones de dólares. El JWST fue lanzado el 25 de diciembre de 2021 para situarse en un punto del espacio a 1.500.000 kms. de la tierra (la distancia de la tierra al sol es de 150 millones de kilómetros), en el que el aparato puede orbitar alrededor del sol a la misma velocidad que nuestro planeta.
Sus propósitos son ambiciosos, principalmente estudiar la formación de las galaxias, sistemas solares y estrellas y sus planetas y “los orígenes de la vida”, después del Big Bang. Debe mantenerse a temperaturas de -220 centígrados, cercanas al cero absoluto, pero sus características técnicas son muy complejas y no voy a detenerme en ellas, porque son muy difíciles para mis limitados conocimientos.
Según enseña la astrofísica, el universo tiene (¿fue creado?) unos 13.7 a 13.8 millones de años.
Las distancias se miden en años luz. La luz viaja a 300.000 kms. por segundo. El sol está 8 minutos luz y la luna a un segundo largo; Próxima Centauri, la estrella más cercana después del sol, está a 4,2 años luz. Las fotografías del JWST se refieren a estrellas y galaxias situadas hasta siete mil millones de años luz. Sin embargo, la galaxia HD1 está a unos 13.500 millones de años luz, unos 350 millones de años después del Big Bang.
La referencia al Big Bang merece algunos comentarios: en 1927 el astrónomo Georges Lemaitre afirmó que el universo había comenzado (singularidad) hace 13.8 mil millones de años como un simple punto del tamaño del ojo de una aguja que concentraba toda la materia, energía, espacio y tiempo, y de allí se expandió a su tamaño actual. El físico Edwin Hubble (cuyo nombre llevó el telescopio idem) afirmó que continuaba expandiéndose. Surgieron partículas infinitesimales y calientes, que con luz y energía. empezaron a expandirse y a enfriarse y formaron átomos que al agruparse formaron las galaxias y las estrellas. Es una teoría con muchos fundamentos científicos, pero no es infalible. Aunque Lemaitre no la llamó así, es la teoría, aceptada por casi toda la comunidad científica y que de manera alguna se opone a la teoría creacionista, del Big Bang.
La Vía Láctea, donde estamos nosotros, tiene un radio de 53 mil años luz y aloja más de 100 mil millones de estrellas, entre ellas las constelaciones de Auriga, Escorpio, Orión y Sagitario. Casi todas las estrellas que se ven desde la tierra pertenecen a esta galaxia. Pero puede haber más de 100 mil millones de galaxias con tantas estrellas.
La pregunta es: ¿de dónde salió la masa para semejante volumen de galaxias y estrellas?
No seguramente del punto inicial porque de la nada no sale nada. Esta pregunta no la han respondido los científicos, como Stephen Hawking, muerto en 2018, que hizo del Big Bang su caballito de batalla. Ahí dejo esa pregunta.