El fermento cristiano-católico ha sido a través de los siglos notable contribución al mundo. Habrá, siempre, personas empeñadas en negar esa realidad, pero, al acercarse a la raíz de esta fe sacrosanta y al divino Sembrador de tan sapiente enseñanza, cuya semilla esparció en pocos años y encargó difundirla a sus Apóstoles y Sucesores, con satisfacción advertimos la fuerza y valor de ese germen de infinitas bondades. Es enseñanza de bien que no es para que esté encerrada en sacristías, o bajo los muros de templos, sino para que difunda su precioso contenido “en todas las naciones” (Mt. 16,88).
Muchos quisieran acallar esa voz, especialmente en cuanto a los Pastores de la Iglesia, valiéndose de falsas interpretaciones de la Palabra de Dios y de recomendaciones del Papa Francisco, p.e. cuando dijo a los Jerarcas que “no son técnicos ni políticos” (07-09-17). Pero con ello no les quitaba la grave responsabilidad de iluminar esos campos con los principios cristianos, y a los dirigentes de esos frentes respetar los puntos básicos de la fe y moral, en busca de verdadero bien común. El mismo Papa dio ejemplo de esa iluminación de recto camino, en esos campos, y pidió claro rechazo a leyes contra la vida o la familia, y fustigó la pecaminosa negligencia en frenar el narcotráfico y el desastroso consumo de la droga.
En esa misma alocución, recordó el Papa a los Pastores estar pendientes de buscar soluciones a la luz de la fe ante la deformación del país, siendo ellos “custodios de las piezas fundamentales para su armonía y progreso”. Reclamó que la Iglesia no fuera acallada sino que se le reconociera la libertad de presentar su salvífico mensaje, fundamento de su Reino, con proyección de eternidad. Es que, expresó el Pontífice: “Colombia tiene derecho a ser interpelada por la verdad de Dios”, en defensa de la vida y familia de los humanos. Agregó sobre puntos concretos: “No tengan miedo de alzar serenamente la voz para recordarlos a todos”.
Animados por esos llamados del Papa, lanzó, el Episcopado colombiano, con voz firme un primer mensaje en noviembre, a los católicos y a todos los de buena voluntad, a “no quedarnos parados”, sino en marcha hacia acciones concretas. Para iniciar este año 2018, envió nuevo llamado pastoral refiriéndose al tema concreto del deber cristiano y patriótico de involucrarse en el periodo electoral, que en forma candente se adelantará en estos primeros meses del año. Hay llamado enfático a superar corrosivas y antipatrióticas actuaciones, infectadas por corrupción, especialmente en las campañas políticas, minadas, también, por presiones violentas o engañosas ante la voluntad del elector.
Es preciso que en todos los partidos políticos se atienda el llamado de la Iglesia a afrontar, efectivamente, y no como señuelo para conquistar votos, hacer frente a las necesidades más urgentes y clamorosas, y que se elija, con conciencia y libertad, “a quienes les duela de verdad la realidad de los colombianos”. Se da enfático llamado a dar el voto ante Dios y ante la Patria, buscando “asegurar nuestro País sobre valores fundamentales y proteger su institucionalidad”. Hay que examinar a fondo cual es el pensamiento de los candidatos, cual la defensa de esos valores, cual su rechazo al crimen y a cuanto conduce a él, cómo quedará defendida o no con ellos la institucionalidad y herencia doctrinal que han dado piso firme a nuestra nacionalidad, sin dejar que ideologías desestabilizadoras sean a las que, ingenuamente, se les abra paso.
Hay insistente llamado final a liderar la ciudadanía hacia una democracia madura y participativa, con consolidación de la justicia y de la unidad, que lleve, democráticamente, a una paz bien cimentada, con firmes principios y valores, con rechazo de todo crimen y opresión, como lo anhela y necesita nuestro pueblo.
*Obispo Emérito de Garzón
Email: monlibardoramirez@hotmail.com