Con el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales que equivocadamente vaticinaron serían las más reñidas en décadas, se corre el telón que cubría la política en los Estados Unidos, donde la mayoría de los medios de comunicación y las encuestas daban por descontado el triunfo electoral de la candidata demócrata, Kamala Harris.
Por lo mismo y dada la polarización y la negativa del expresidente a cuestionar los resultados electorales hace cuatro, que estimó fraudulentos, en el seno del partido de gobierno se movilizan para trancar a como dé lugar al millonario que desde tempraneramente (hace dos años) inició su campaña por volver al poder. Es cuando se produce una catarata de denuncias en distintas ciudades del país, con miras a enlodarlo, desacreditarlo y cerrarle el camino a la Casa Blanca por la vía judicial. Varias mujeres, algunas de la vida alegre, se prestan a presentar denuncias y querellas en su contra. Y algunas consiguen gruesas sumas de dinero.
Otra desvergonzada se solaza explicando a los medios las supuestas preferencias eróticas del político y recibe pago por su información. Se examina exhaustivamente su gestión, encuentran que algunos documentos oficiales están en una de sus viviendas en Florida, las cuales llevan el sello de secretos. También, aparecen dudas sobre el manejo de sus cuentas e impuestos.
Lo que llama la atención del público es que en casi todos los casos los jueces o fiscales que lo acosan suelen ser miembros activos del partido demócrata. Como en el proceso que lleva el juez Merchán, en Nueva York, distinguido abogado de origen colombiano, que cotiza en el partido demócrata, lo que no contraviene ninguna norma, más pone en duda su imparcialidad. En tanto, en ese juicio, las cosas fueron tan contrarias a Trump, que hasta se le prohibió hablar.
En efecto, el ardor político sube a tantos grados que la Corte Suprema de Justicia debe poner orden en esa catarata de denuncias y juicios que en gran medida obedecen a la desesperación frente a la posibilidad que se vislumbra en el horizonte del retorno del político al poder. En un momento dado, Trump pasa más tiempo en los juzgados que en campaña, hasta que los juicios quedan en suspenso… Esa es la descripción de los casos judiciales y no entro a opinar sobre los mismos, dado que por sustracción de materia carezco de suficiente información.
Lo cierto es que Trump, en vez de amilanarse, hace política. Se refiere a diario a los temas cruciales de la misma en los Estados Unidos, señala el desorden que cunde en los círculos oficiales, la caída del poderío industrial del país, el crecimiento de la inseguridad y levanta la bandera de aplicar la ley y el orden para conjurar la anarquía que asoma en varias regiones. Vuelve al tema de cercar las fronteras e impedir el ingreso de indocumentados, que entran por millares al país. Anuncia barreras impositivas contra los productos chinos y de otros países, con el argumento de reindustrializar el país. Se manifiesta contra el aborto.
La candidata Kamala Harris, con el cabello pintado de rubio y una gran sonrisa, pese a que principiaba a caer en las encuestas, un tanto desesperada, declaró que Trump es el nuevo Hitler. Argumento que se le vuelve en contra, dado que el gobernante durante su gestión baja la presión con Rusia y evita varios conflictos en distintas regiones del globo, en especial entre Israel y sus vecinos. Aun así, varias de las encuestas de los más prestigiosos medios de los Estados Unidos sostienen que Trump es un perdedor y no volverá a la Casa Blanca. Un resonante triunfo, tan aplastante en toda la línea, tanto en la presidencial como en el Senado y Cámara y en los estados que figuraban como propiedad privada de los demócratas, muestran que algo andaba mal en el manejo de las encuestas y lo peor que puede hacer un candidato es creer en sondeos torcidos y auto engañarse. Algunos no tuvieron en cuenta que la comunidad hispana, cuarta en poderío económico en el país, que se torna conservadora, lo mismo que muchos demócratas.
Con la guerra de Rusia y Ucrania, como de Israel y el vecindario, no figuró casi Hispanoamérica en la agenda de los candidatos, más las recientes declaraciones de Trump sobre Venezuela, muestra que no se cruzará de brazos. Aquí la mayoría de los medios se mostraron confusos y desatinados, vaticinando hasta el último día la derrota del líder conservador.