Si la alianza de relaciones entre Colombia y Estados se afianzó, como afirmó el presidente Santos en Washington, la escena viva sobre el tema amerita observaciones a política antidrogas y fraude al fisco de ambas naciones.

Lo que Santos no contó o calló, es el recorte en la ayuda de EE. UU. a posconflicto y erradicación, para 2.018. El tijeretazo, baja US$ 105 millones para quedar en 391 millones. Eso no es para llorar o pelear; hay que fijar trato igual.

Son precisas algunas objeciones si se sopesan como aportes desapasionados de ideales políticos en balanza imparcial, 40 años después de pactada lucha contra el narcotráfico.

Hay suficiente madurez entre ambos para colocar en el mismo plano, estrategias contra el delito, si se tiene en cuenta que las dos naciones coinciden en objetivos.

Luego de la felicitación del presidente Donald Trump a Santos por la pactada paz y, a su vez, expresar preocupación por aumento en cultivos de coca en el país, hay que precisar:

Debería ser preocupante para Colombia, no solo el incremento de cultivos, sino lo despachado desde aquí. Lleva a pensar que en EE.UU. se mantiene en alza, la adquisición de droga en toneladas, movilizada por bandas, para abastecer consumo allá.

Estados Unidos exige captura y desintegración de narcotráfico, incluida suspensión de cultivos aquí; mientras en Colombia, se desconocen las bandas de compradores allá, y se ignora si son capturados.

¿Nunca caen, o son sólo mexicanos y colombianos?   Se prueba que la plataforma está coja. El resultado negativo, siempre se inclina para acá.

El otro desequilibrio es cómo a los acusados de lavado de activos y traficantes de dinero, cuando eluden la Ley de tributación de Estados Unidos, los jueces, a cambio de confesión e información complementaria les otorgan libertad y exigen un millón de dólares, para supuesto acuerdo.

Otro tanto debería aplicar Colombia cuando conozca a los compradores de toneladas de cocaína, no a los consumidores. Con iguales multas se fortalecería el fisco colombiano. Bien merecido lo tiene por colaboración.      

Entonces, a qué lado se afianzó la alianza porque ahora se suma el recorte de EE.UU. para el próximo año; a la final el país, se puede rebuscar esos dineros, con limpieza, altura y dignidad.                                                                                                                    

A igual balanza iría el Tratado de Libre Comercio en el evento de revisarlo parcialmente, o renovarlo todo.                     

Lejos de controversia, el mundo de hoy impone entre naciones el principio de equilibrio con toma y dame, sin lágrima ni amenaza. ¿Lo entenderá así, el Sr. Trump?