ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 4 de Enero de 2014

¿Pícaros pero felices?

 

“Hay una creciente corrupción, pero Gallup nos señala como el país más feliz"

 

 

 

Parece que la frase que muchos de nosotros repetimos con frecuencia sobre aquello de que "Colombia es el mejor vividero del mundo" es una realidad tangible o al menos medible, según una encuesta especializada de Gallup realizada a escala planetaria.

Según dicho sondeo encabezamos, con un 84 por ciento, el Barómetro Global de la Felicidad y la Esperanza para este 2014, empatando con las paradisíacas islas Fiyi y con el acompañamiento muy cercano de Finlandia y de la Argentina, ambas con un 78 por ciento. Es el resultado de un muestreo realizado a más de mil colombianos cuyo venturoso testimonio nos permitió, por segunda vez consecutiva, ocupar el primer lugar en el optimismo global e incluso aumentó nuestros propios índices de satisfacción en un 9 por ciento.

De nuestra cifra total, un 58 por ciento se mostraron tan venturosos que opinaron que "no cambiarían a Colombia como país de residencia". El estudio general proyectó un promedio de felicidad de un 60 por ciento, mientras que países considerados turísticamente "idílicos" como son Italia, Portugal, Grecia y Francia están etiquetados en la muestra como “países menos felices".

Aunque la información temática no detalla, en profundidad,  el  por qué los colombianos nos sentimos tan contentos, si  advierte que nuestro optimismo frente a la economía sería el factor más determinante de nuestra euforia individual y colectiva, así como la creencia de que en el año que ha comenzado nuestro país proseguirá por una senda de prosperidad (¡no faltará el escéptico que sospechará que el presidente Santos mandó hacer la encuesta!).

En el plano personal coincidimos y compartimos esa euforia nacional reflejada por esta investigación, si bien es probable que aves agoreras nos hablen de un panorama diametralmente distinto. Pero consideramos que, evidentemente, hay motivos para ese optimismo colectivo.

Es indudable que el país ha mejorado significativamente sus niveles de bienestar y  que falta mucho por hacer, pero el  panorama actual es mucho menos sombrío que el de décadas atrás. Las posibilidades de acceder a la salud, la educación y la vivienda- generadoras claves de una mayor inclusión social y económica- son cada vez más  numerosas y cada día son más los colombianos que tienen cómo ascender en la escala de sus aspiraciones. Pero, desde luego, esto no es para echar las campanas al vuelo porque sigue existiendo mucha desigualdad y concentración de riqueza en manos de unos pocos.

Pero no es nada malo que, por lo menos, en esta ocasión, nos señalen por cosas positivas y no por las tradicionales lacras del narcotráfico y la corrupción. Sobre todo por esta última que parece haberse  tornado invasiva en la estructura de los valores nacionales, particularmente en la política en la gestión de la cosa pública. No olvidemos que también acostumbramos a decir como una letanía que somos "un país de pícaros" y, por lo visto, con estas noticias somos un "país de picaros pero felices". De ambas circunstancias deberíamos tomar atenta nota.

Porque si de lo que se trata es de "aguar la fiesta", también es un hecho  que a la vez que intentamos  "pasarla bien y rico" buscamos hacerlo en no pocas ocasiones con  habilidad y con trampa, para evitarnos un mayor esfuerzo personal o colectivo.

Si no que lo digan las recomendaciones de nuestro indiscreto y entrometido Fiscal general  quien, por ejemplo, en el caso de la defenestración del inútil Petro se ha atrevido a recomendarle al Presidente Santos que tomé "medidas ortodoxas", en contravía de nuestra tradición y ordenamiento jurídico y constitucional para solventar las cuitas de nuestro burgomaestre mayor. En no pocas ocasiones muchos colombianos en su vida personal, profesional o social aplican esas soluciones ortodoxas para resolver sus problemas e inquietudes. En esta forma podremos ¡seguir siendo felices y comiendo perdices!