ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 31 de Diciembre de 2011

 

Cuando Lleras no "le puso bolas" a Kennedy

 

Hace cincuenta años John F. Kennedy visitó a Bogotá para lanzar su "Alianza para el Progreso". Por esas mismas calendas nos encontrábamos en Quito y tuvimos el privilegio de que el presidente ecuatoriano Galo Plaza nos contara una fascinante anécdota sobre el ilustre visitante. Este fue su relato.

"Estábamos hace trece años en San Francisco, en la conferencia internacional que dio vida a las Naciones Unidas. Trabajábamos con Alberto Lleras Camargo, gran americanista, en el diseño de la OEA como organismo hemisférico. Sin embargo la oposición de comunistas y orientales era feroz, porque no querían esa estructura regional. Tuvimos entonces que jugarnos el pellejo por nuestro proyecto...

"En un descanso del debate reponíamos fuerzas en una salita adjunta a las deliberaciones, cuando comenzaron a asediarnos los periodistas, en especial un jovencito –no revelaba mas de veinte años, vestía descuidadamente y tenía el cabello alborotado- que nos insistió hasta vencer nuestra resistencia. Se presentó como John F. Kennedy y reportero de una agencia de noticias de la cadena Hearst. Quería saber de nuestras pretensiones.

"La verdad es que Alberto estaba ansioso de regresar al recinto y por ello solo ensayó articular un principio de respuesta. Luego se escabulló con cortesía. Yo me demoré unos pocos minutos más para responderle otras dos o tres preguntas. En todo caso nos despedimos rápidamente y el episodio quedó olvidado... Hasta que mis recuerdos se alborotaron cuando saltó a la fama por su meteórica carrera política. Entonces, en el día de su posesión yo aproveché para mandarle este telegrama, que celosamente guardo en mi billetera: "Mucho es el trecho recorrido por aquel joven e inexperto periodista, transformado hoy en el curtido y veterano estadista, que podrá hacer realidad nuestras aspiraciones por las que se interesaba". Kennedy me respondió agradecido. Sin embargo, no estoy muy seguro de que K se acordara del episodio. Ni creo que Alberto. De todas maneras mi gran amigo podrá ahora en, Bogotá, prestarle la debida atención”.

Como era apenas natural por su carácter chivoso, en esa ocasión envié mi corresponsalía pertinente. En ella filosofaba sobre como "el mundo era un pañuelo" y como entonces Kennedy podría, por fin, trece años después, como lo anotaba mi confidente, concitar toda la atención y el debido interés de nuestro mandatario colombiano. Y, a manera de moraleja, anotaba como era de paradójico que quienes pudieron, en un momento dado, tomar a K por un lagarto adolescente, hoy tendrían que lagartearle por fuerza de las circunstancias.

Como se ve, el apodo de "El Monarca", con el que sus contemporáneos tildaban a Alberto Lleras, no era gratuito.