ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 28 de Julio de 2012

Unidad y autoridad

 

Quizás como buenos conservadores y fieles tradicionalistas, jamás estuvimos de acuerdo con la convocatoria a la Constituyente de 1991, que se hizo dizque para reformar la sacrosanta Carta del 86 y terminó por reemplazarla, para desgracia de nuestra institucionalidad.

Esa Constitución del 86, inspirada por Rafael Núñez y diseñada integralmente por Miguel Antonio Caro, fue nuestro norte político por más de una centuria, pero sobre todo fue nuestro faro de unidad nacional y era, según el mismo Caro, una obra producida para dar término a una sociedad fatigada por la inseguridad y por el desorden.

Esa normatividad constitucional fue pensada para una república unitaria, con un fuerte régimen presidencial y una eficaz organización territorial.

Fue, en todo caso, el antídoto contra el “espíritu anárquico” que, según el mismo Caro, había sido el origen de todas nuestras desgracias pretéritas que quedarían en el olvido gracias a “la doble cadena de la unidad nacional y la acción de una autoridad respetable y respetada”.

“Unidad y Autoridad” eran las bases tutelares de ese ejemplar cuerpo constitucional. Unidad y autoridad que, según parece, no nos pudo mantener el texto de la Constitución del 91, aprobada en su momento dizque para modernizar el país. Texto que por demás ha sufrido los permanentes embates de esa “manía epiléptica reformadora” de que nos hablaba el mismo Caro, hasta el punto que el último acto legislativo les dio patente de corso a los parlamentarios para legislar en causa propia, abriendo un boquete con el esperpento de la malhadada reforma a la Justicia que el presidente Santos tuvo que hacer abortar no de manera muy cristiana.

Lo más triste de todo este cuento es que cuando más nos urge esa unidad y esa autoridad, han sobrevenido los acontecimientos caucanos, poniendo de relieve la atomización de nuestro territorio y de nuestra autoridad. Y teniendo como marco estos acontecimientos hay quienes proponen nuevas constituyentes.

En todo caso, parodiando una célebre frase nos atrevemos a decir: cuántas tropelías, doctor Uribe, se hacen en su nombre.  

 

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Adenda.La economía española esta en caída libre por culpa del derroche y de la falta de productividad, como también por la incredulidad de los mercados. ¿Como en tiempos de Felipe II, verdad doctor Abello?

ernestorodriguezmedina@gmail.com