Errores, aprendizajes y destino | El Nuevo Siglo
Sábado, 14 de Enero de 2023

Nuestro aprendizaje permite los errores, que están a la vuelta de la esquina.  ¿Qué pasa cuando nos equivocamos? ¿Qué nos ocurre si lo que hacemos no funciona?

Fórmulas para vivir hay tantas como seres humanos. Cada quien, de acuerdo con sus saberes previos, su nivel de consciencia y su conexión interna, afronta los errores y las maneras de enmendarlos. Así nos creamos muy evolucionados, los niveles de consciencia que ya hemos integrado siguen estando presentes en nosotros y se pueden activar ante los yerros. Por eso, podemos fácilmente recaer en la culpa, aunque sepamos que paraliza. Entonces, es clave identificar si estamos en culpa, inevitablemente ligada al miedo. 

¿Cuáles son los miedos que nos surgen cuando nos equivocamos, incluso cuando tropezamos más de dos veces con la misma piedra? Algunas pistas: miedo a no saber cómo resolver el problema; a que nos dejen de amar; a que los problemas crezcan… Con el miedo y la culpa activados no podemos reconocer nuestro propio poder y aunque no nos culpemos a nosotros mismos les podemos endilgar la culpa a otros o a las circunstancias.  Y sí, sin darnos cuenta de nuestro poder, somos víctimas del destino.

Podemos también estar un paso más allá, soltar la culpa y actuar desde la responsabilidad. Sí, podemos responder hábilmente ante un problema –palabra que yo reivindico, pues por definición implica alguna solución–, lo cual implica desplegar toda nuestra creatividad para encontrar soluciones.  Sí, nos equivocamos: podemos dar uno, dos o tres pasos atrás y encontrar otras alternativas.  ¿Retroceder? Sí, todas las veces que sea necesario.  No perdemos nuestra valía si nos equivocamos, como tampoco si nos devolvemos, pues la evolución no es una recta ascendente, sino una curva que va y viene, sube y baja, en la que hay tiempos de tranquilidad y otros de vértigo. 

Mientras que la culpa nos conecta con el miedo, la responsabilidad nos vincula con el amor. Podemos, desde él, abrazarnos en los errores, dejar de castigarnos.  Esto requiere entrenamiento, porque el automatismo del ego nos conducirá por el tobogán de la culpa.  En el amor, podemos perdonarnos a nosotros mismos, para reconciliarnos con nuestra historia y tener un más armónico presente. ¿Qué culpas por errores grandes o pequeños aún cargas hoy? ¿Qué te falta aún por perdonarte?  Precisamos recordar que aquí somos como niños y que podemos tratarnos con la ternura y la compasión que nos despierta un bebé de un año o un infante de siete.

Ver nuestros errores con amor nos ayuda a que paulatinamente aprendamos al hacer consciencia sobre aquello en lo que fallamos y cómo lo resolvemos.  Podemos aprender, desde la compasión y el amor, a despertar y salir del destino.

@edoxvargas