FERNANDO NAVAS TALERO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 9 de Octubre de 2013

Gobierno bipolar

 

No significa el título  que una parte del Gobierno esté en el Estrecho de Magallanes y la otra en el Estrecho de Bering. No, lo que se denuncia es la dicotomía o divorcio  entre el pensamiento pacifico  del presidente Santos, supuestamente Jefe de Estado y su ministro de Defensa, plenipotenciario  Juan Carlos Pinzón,  encargado ad hoc de la cartera de Relaciones y Comercio Exterior;   de Justicia y Derecho y, ocasionalmente,  como Ministro del Interior, todo con el beneplácito de la señora Holguín, el renunciado  doctor Díaz-Granados;  el eminente penalista Gómez Méndez y el delfín Iragorri.

En reciente gira relámpago por Centroamérica, el Ministro  de Defensa actúo como vendedor de armas y experto en narcotráfico. Seguramente apoyándose en el chance que el ministro de Justicia le dio de lucirse como tal proponiendo al Congreso enmiendas a los códigos penal, procedimiento penal,  procedimiento ambiental, tránsito y transportes y de la infancia y la adolescencia.

 

Lo particular del ejercicio que hace el señor Pinzón es que  no disimula su tendencia a la penalización de todos los conflictos sociales, obsesión suya que se estrella con el pensamiento de otros autorizados voceros del gabinete ministerial  que han declarado,  públicamente, que la política criminal  y los problemas sociales hay que resolverlos a partir de iniciativas que se ajusten a la filosofía  de un Estado Social de Derecho  y no de fórmulas represivas propias de pensamientos totalitarios. ¿Quién gobierna entonces?

 

El ministro Pinzón, pensando quizás en  los comuneros,  decidió proponerle al Congreso una conducta penal que sanciona con prisión hasta de sesenta meses, a quienes participen en manifestaciones que obstruyan el tránsito vehicular y se realicen sin permiso de la autoridad. Olvida el “führe” de la guerra que en Colombia no es necesario  permiso para ejercer el derecho de reunión pública garantizado en el artículo 37 de la Carta.

Se adivina que la intención del Ministro de la Guerra, como se llamaba antiguamente esa cartera que ocupa Pinzón, es proveerse desde ya  con instrumentos de coacción que sirvan para disuadir a los  campesinos que protesten contra la injusticia y el incumplimiento de las promesas oficiales. Contar con un estatuto de orden público semejante al que puso en práctica el expresidente Turbay y que tanto daño le hizo  a la paz de la República.

Manuela Beltrán y sus compañeros fueron sacrificados gracias al espíritu alcabalero e imperial impuesto por el Regente-Visitador Gutiérrez de Piñeres  y que defendió el arzobispo Caballero y Góngora contra viento y marea. El mismo espíritu del proyecto promovido por Pinzón.

Los insurrectos de aquellas épocas, no se sabe si por estrategia o por convicción, aceptaban al Rey pero no a sus ministros. “Viva el Rey abajo el mal gobierno”, fue la consigna de entonces. Insistir en la guerra cuando el Presidente habla de paz no parece cuerdo y menos si quien habla y propone parece un títere de algún ventrílocuo oculto