FERNANDO NAVAS TALERO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 30 de Octubre de 2013

La pataleta del Dr. Pretelt

 

Se cayó el acto legislativo  del Fuero Militar y el estruendo   se escuchó en el universo cual efecto mariposa. Sin embargo,  no se sabe cuál fue la causa de la algazara, si la actitud de los disidentes magistrados de la Constitucional con el doctor Pretelt a la cabeza  o el aullido lanzado por el ministro Pinzón  al sentir herido su exaltado ego narcisista. En todo caso   nada grave ha ocurrido.

La historia  empieza con el fallo de constitucionalidad proferido por la Suprema el 5 de mayo de 1978, con ponencia del magistrado José María Velasco Guerrero, a instancia de la demanda interpuesta  por un aprendiz de brujo, el recién egresado abogado Álvaro Echeverri Uruburo, impugnando la reforma  del presidente López Michelsen, de cuya autoridad en la materia nadie ha dudado; no hubo  ofensas ni desacato, el demandante,   años después,  llegó a ser miembro de la constituyente del 91.

En ese antecedente, el juez  cambió de criterio con respecto a los fallos de 1957 y 1971 y lo hizo en todo su derecho. Posteriormente,  el magistrado Uribe Restrepo se ratificó en lo dicho y declaró inexequible la reforma de Turbay, sentencia del 3 de noviembre de 1981, por violar los derechos de las minorías; el Presidente quiso atajar improvisando el Decreto 3050 de ese año que aparte de ponerlo en ridículo y revelar su poco respeto por las cortes, para nada sirvió.

Por delicadeza -como decía mi mamá- no debería referirme al penoso episodio, pues el demandante ahora  es mi hermano, pero no se pueden pasar por alto los desafueros que han cometido quienes por ignorancia arremeten contra la Corte. Pareciera que el doctor Pretelt, por ejemplo, no conociera todo el ingrediente político que embadurna la ciencia que practica. Quien niegue el carácter político del derecho constitucional olvida que este se desmadra de la Constitución POLÍTICA, con mayúsculas.

Si  no fuera el Derecho la ciencia de la incertidumbre las polémicas surgidas por las opiniones de Kelsen; H. L Hart; Chaim Perelman; Robert Alexy; Ronal Dworkim y muchos otros mas, incluidos los mentores de Hitler,  no tendrían  sentido y, probablemente, ante un unanimismo de esta calaña  imperaría la voluntad irracional  de las armas y no la “razón” de las leyes.

 

Claro que no se puede negar que el cometido principal del Derecho es, precisamente, contener a la política, pero no por ello se puede suponer la apoliticidad del juez. Los jueces no son castrados políticamente, cada uno tiene su propio punto de vista o las visiones pragmáticas que consideran la corrección judicial no por la premisa normativa previa sino por su consecuencia social. El nuevo derecho. Si el Congreso viola las formas propias  de las enmiendas, desconociendo  lo sustancial de la Carta Política, hay que anular la decisión: meter en cintura al poder, incluido el del Ministro de Defensa. El fuero aún existe y hay que respetarlo y no chantajear a los jueces. Amén.