EL presidente Petro, en sus intervenciones nacionales e internacionales, insiste en afirmar que la lucha contra las drogas ha fracasado. Todo indica que ese es un tema que como el de la corrupción o el del cambio climático está consagrado en las más solemnes declaraciones multilaterales, pero que en la realidad es muy poco lo que se logra. La lucha contra la corrupción es un fracaso nacional y global y la del cambio climático viene ya recorriendo el mismo camino por mucho tiempo.
El de las drogas es un asunto en el cual Colombia es una potencia mundial. Casi toda la cocaína que llega a los Estados Unidos proviene de Colombia. También invade mercados en Europa y en África. Lo que es evidente es que Colombia no se comporta como una potencia mundial en esta materia. Estamos pendientes de lo que digan otros países, principalmente, los Estados Unidos. Carecemos de los centros de investigación que nos debieran dar un liderazgo en el debate académico y político. Carecemos de estímulos para la publicación de libros e investigaciones pertinentes y las personas que han dedicado buen tiempo a entender un tema que tiene dimensiones internacionales y domésticas, no merecen la atención debida. Y cuando tenemos oportunidad de hacer una presencia trascendental como lo que se está dando en Viena, en el correspondiente organismo de las Naciones Unidas, generamos una decisión burocrática que deja perplejos a los países que allí se encuentran debatiendo esta cuestión. Un momento crucial y muy favorable para el gobierno. Los relatos periodísticos del 15 de marzo son decepcionantes.
No creo que exista un país que haya sufrido más como consecuencia de la producción de coca y de cocaína (y, antes, de la marihuana), de su exportación, de su conversión, gracias al lavado de dinero, en significativas inversiones, entre ellas en la vida política, y así una deformación en el funcionamiento de sus instituciones, en todos los niveles, del sistema tradicional de valores y del fervor por el enriquecimiento ilícito y rápido. Aterrador.
La llegada de Joe Biden a la Presidencia de los Estados Unidos pareció abrir un horizonte diferente, gracias a un informe de los Estados Unidos en el mes de diciembre antes de su inauguración. Personas muy cercanas al presidente Biden habían participado en su elaboración. Se hablaba de un enfoque holístico, la utilización de datos científicos, de un mayor énfasis en el tema de la salud y de la lucha contra el consumo y un particular énfasis en el propósito de una estrategia mucho más eficaz para controlar el lavado de dinero.
Esperé una respuesta con un informe similar por parte de Colombia o de la región latinoamericana. No se produjo. Y desde entonces ha habido una actitud diferente frente a la lucha contra las drogas ilícitas en el hemisferio y, bien probable, en otras regiones.
Recientemente el corresponsal colombiano más curtido y diligente en Washington, Sergio Gómez, envió un informe en el que alerta sobre un cambio de actitud en el gobierno de Biden, que parece dejar atrás el informe del primero de diciembre de 2021 y volver a algunas de las más duras políticas. Y ello en coincidencia con fuertes ataques del Partido Republicano que ponen muy a la defensiva las aspiraciones presidenciales de los demócratas. Lucha contra las Drogas y crítica a la política migratoria, dos banderas que pueden resultar muy efectivas para los republicanos. Y escuchamos unas declaraciones muy contundentes de una alta funcionaria en los Estados Unidos con referencia a lo que sería la actitud de su gobierno frente a las personas que de alguna manera propicien o sean complacientes con el tráfico de drogas. Declaraciones que el expresidente Andrés Pastrana, en solitario, recogió hace pocos días.
Inclusive, hay quienes se atreven a volver a plantear el tema de la descertificación. Recordemos que estamos en el mayor nivel de producción de coca que algunos predicen que pronto llegará a las trescientas mil hectáreas. Y no pasemos por alto escándalos que tienen que ver con funcionarios colombianos claves en la lucha contra las drogas que han sido recientemente retenidos pese a que muchos los consideraban como intachables.
Prefiero no dar sus nombres por si, se dice, ha existido una equivocación. Y persisten las informaciones que desde hace años nos afectan tanto sobre el involucramiento de los narcotraficantes en la financiación de campañas electorales. Y cuando vemos el poderío del Clan del Golfo que mantiene una acción de control sobre una zona clave del país, según las denuncias del gobernador de Antioquia. ¿Acaso estamos en la mejor situación para lidiar con una estrategia como la que se anuncia en Estados Unidos?