Francisco y la “Alegría del Amor” (XIV) | El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Noviembre de 2016

El último Capítulo de la Exhortación, el IX, lo dedica, el Papa Francisco, a destacar lo que ha de dar base granítica a la familia y al matrimonio: una bien vivida espiritualidadElla ha de dar sus frutos en los integrantes del hogar, y extender su influjo en generoso apostolado, hacia otros hogares. Es con ella con la que se han de adquirir características peculiares, y que se deban destacar las notas fundamentales  de esta espiritualidad (n. 313).

Como primera nota fundamental coloca, el Papa, “la comunión sobrenatural”, que se ha de cimentar en la inhabitación divina en el corazón de la persona que vive en gracia”.  Se genera, así, algo hermoso: “la Trinidad está presente en el templo de la comunión matrimonial” (n. 314). Habrá sufrimientos y alegrías, pero “si el amor anima la autenticidad, el Señor reina allí con su gozo y su paz” (n. 315). Esto lleva  a que una comunión familiar bien vivida sea verdadero camino de santificación, llevando a un encuentro, cada día más pleno, con el Señor y con el prójimo” (n. 316).

Como nueva nota fundamental de esa espiritualidad, señala, el Papa,  estar ella inmersa en “la oración a la luz de la Pascua”. Habrá allí, participación en el misterio de la cruz de Cristo, que pasa, por ella, al gozo de la Resurrección. (n. 317). Es, también, nota fundamental de ella “la oración y la participación en la Eucaristía” sellando, allí, los esposos, su alianza matrimonial (n.318). Esa alianza en “amor exclusivo y libre”  se ha  de sellar en el pacto conyugal, que es instrumento de la cercanía del Señor, y es en esa entrega exclusiva, bajo la bendición de Dios, donde se sanan las heridas y se encuentra el sentido a la existencia (nn. 319-320).

Esa espiritualidad, vivida de verdad, viene a dar pleno  sentido al matrimonio, al amor y cuidado hacia los hijos, y hacia todos los familiares, suscitando, allí, “cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Así se eleva real y hermosamente “la vida en pareja a participación de la obra fecunda de Dios” (n.321). Con esta iluminación de la fe surge un pastoreo misericordioso, y se contemplará a cada ser querido con los ojos de Dios. Allí se tendrá presente que “la persona que vive con nosotros merece todo”, ya que “posee una dignidad infinita, y gozan, mutuamente, de sentirse amados” (nn. 322-323). Comenta que un buen núcleo familiar, bajo el impulso del Espíritu Santo, se abre de sí para derramar su bien a otros, con “hospitalidad”, y apertura a pobres y abandonados (n. 324).

Sella, todo, el Papa, con referencia al inefable modelo de unidad  familiar en la “plena comunión de la Trinidad” y la “unión preciosa entre Cristo y su Iglesia”, y a “esa comunidad tan bella como es laFamilia de Nazaret. Concluye con sentida oración a la Sagrada Familia, para que a imitación  de ella “nuestras familias sean lugar de comunión, cenáculos de oración, auténticas escuelas del Evangelio, pequeñas Iglesias domésticas” (n. 325).

Colofón

Queda esta serie de acercamiento al tema trascendental de la ExhortaciónLa Alegría del Amor, de este padre y maestro, el Papa Francisco, en donde se ha tratado de destacar lo más saliente de sus 9 capítulos, con 262 páginas, que ojalá sean  leídas y asimiladas desde su propia redacción. Para su intelección y profundización, he creído pueda servir este espigar de sus principales enseñanzas, con gran provecho para mi y para mis benévolos y selectos lectores en el Nuevo Siglo.

Espero sea de gran utilidad para la sociedad de hoy este trabajo que enviaré por E-mail a quienes me lo soliciten, en especial presentación unificada, con títulos que ayuden a su lectura de conjunto desde el Preámbulo hasta la Oración Final.  La Sagrada Familia de Nazaret haga que estos esfuerzos de bien se trasluzcan en vivencias saludables en nuestras tan apreciadas familias.

*Obispo Emérito de Garzón

monlibardoramirez@hotmail.com