FUAD GONZALO CHACÓN | El Nuevo Siglo
Domingo, 23 de Septiembre de 2012

Los pecados de Ordóñez

 

El único trato que he tenido en mi vida con Alejandro Ordóñez fue un efímero cruce de caminos a principio de año en la Plaza Santo Domingo de Cartagena. Él estaba con su familia y yo con la mía, un saludo protocolario y cada uno a lo suyo. Una velada aparentemente corriente de no ser por sus guardaespaldas pésimamente camuflados entre la multitud que miraban a todos con sospecha y las múltiples preguntas que rondaban mi cabeza

Ejercer como Procurador en Colombia puede ser comparado con fungir como Magistrado de una Alta Corte, tanto así que el artículo 280 de la Constitución equipara sus calidades y beneficios. Se tiene la facultad de destituir e inhabilitar a un funcionario público, es decir, se es amo de la amenaza más grande que se pueda cernir sobre algún aspirante al poder. Se convierte en el ojo que todo lo ve, expectante ante cualquier irregularidad, listo para desplegar su control inquisitorio.

Un castigo de esa naturaleza para cualquier político debe ser, sin duda alguna, el infierno según Dante, pero se encuentra contrastado con la gran cantidad de puestos de los que se dispone en la Procuraduría, y Ordóñez, como buen arquitecto que es, ha sabido tender puentes burocráticos con ellos hasta el Capitolio Nacional.

Bien sabido ha resultado el triunvirato formado entre la Corte Suprema, el Congreso y la Presidencia para reelegir a Ordóñez, tanto que los partidos políticos han salido en masa a dar espaldarazo a su candidatura aun cuando falta conocer el nombre de los demás ternados ¿Qué garantías existen en todo este proceso de selección? ¿Con qué autoridad moral se le habla al país de transparencia si ya está montado el escenario para que actúe una falsa democracia?

No se puede negar que no le ha temblado la mano para dar muerte política a Piedad Córdoba, Andrés Felipe Arias, Iván Moreno y otros cuantos sonoros personajes que no verán su nombre en un tarjetón en un par de lustros, pero tampoco se puede ignorar la cobarde persecución que inició contra Mónica Roa, la valiente defensora de la interrupción voluntaria del embarazo. Todo porque no comulga con su visión del mundo, permeada por su intolerante fanatismo religioso que le hace olvidar la indispensable separación entre el Estado y la Iglesia.

Sólo hay que ver la finta jurídica que desenfundó para driblar, cual Falcao García, el reciente fallo de la Corte Constitucional que lo obligó a rectificar algunos pronunciamientos hechos sobre el aborto, la píldora del día después y la objeción de conciencia. Ojalá con ello haya aprendido que la Procuraduría no tiene jurisdicción en el útero de las mujeres.

¡No más Alejandro Ordóñez! Señores congresistas, busquemos algo de decencia en el fondo del Salón Elíptico y sancionemos sus pecados. Destruyamos la fina telaraña reeleccionista que ha estado tejiendo desde su despacho.

Obiter Dicta. Doctora Gina Parody, aplaudo su nuevo nombramiento como Alta Consejera para Bogotá y Cundinamarca, la invito a almorzar para celebrar y charlar un par de cosas sobre nuestro estimado alcalde Petro ¿qué dice?